El discurso de fin de año pronunciado este domingo por el presidente de la Generalitat catalana se ha mantenido en los términos previsibles del enaltecimiento separatista. Torra ha hecho las obligadas referencias a los presos y a los "exiliados" y ha efectuado algunos guiños a la unidad del bloque independentista cuando ha abogado por "dejar atrás las desconfianzas" y "las diferencias".
Pero más allá de lo esperable de su alocución, el presidente catalán ha abogado por "sublevarse" frente a lo que el mundo separatista entiende que es "la injusticia".
Desafío legal
Va de suyo que el pactista Pedro Sánchez debería tomar nota de la terminología empleada por Quim Torra, que avisa de los "desafíos mayúsculos" que aguardan en el año entrante. Que Torra diga que no acepta "la represión penal" es una llamada tácita a no acatar la Ley.
Torra ha anunciado también que el Govern pondrá en funcionamiento la "tramitación legislativa" de las leyes sociales suspendidas en su día por el Constitucional. El TC ha de estar vigilante por si estuviéramos ante un nuevo desafío legal.
Vía del enfrentamiento
Sea como fuere, el primer discurso de fin de año de un presidente de la Generalitat, tras la aplicación del 155 en Cataluña y las posteriores elecciones, prueban que Quim Torra va a persistir en la vía del enfrentamiento. El pulso es claro cuando insta a los catalanes a estar preparados "para la libertad".
El máximo representante del Estado en Cataluña anuncia así que seguirá apretando en 2019. Con ello, consigue mantener a las bases independentistas tensionadas de cara al juicio contra los cabecillas del golpe separatista que usará como el "altavoz más potente". Nada nuevo bajo el sol.