Era inevitable que el debate de los Presupuestos en el Congreso, lejos de ahondar en la literalidad de las cuentas públicas, se convirtiese en una sucesión de mítines. Más aún cuando coincidía con la primera jornada del juicio al procés y con la negativa, casi definitiva, del independentismo a apoyar las cuentas de Sánchez. De hecho, esa circunstancia lo ha convertido, prácticamente, en el primer debate de la campaña electoral de las generales.
Sin los Presupuestos, se cae el poco armazón que sujeta al Gobierno y se agota el crédito de Sánchez. Ahora bien, los errores de la manifestación de Colón del pasado domingo y la utilización de lo que el PSOE entiende como la foto de "las tres derechas" abre ahora al líder socialista una ventana de oportunidad.
Centro político
De ahí que, como publica hoy EL ESPAÑOL, el presidente del Gobierno se incline por celebrar elecciones cuanto antes, tal vez el próximo 28 de abril. Entre los cálculos de Sánchez está evitar que Albert Rivera tenga tiempo de volver a recuperar el centro político -que pretende ocupar él- y que Iglesias no pueda recomponer Podemos.
El irresistible crecimiento de la derecha extrema de Vox y un Podemos abierto en canal tras la fuga de Errejón, convierten al PSOE -por la lógica del propio descarte y del voto útil- en la única alternativa con la que cuenta la izquierda en el futuro más inmediato.
Estratega astuto
En puridad, Sánchez hace de la necesidad virtud, y azuzando el relato del miedo a la extrema derecha puede acabar pareciendo, al final de la película, como un estratega astuto. Pero también es cierto que en los socialistas cualquier adelanto electoral revive los fantasmas de las elecciones de 2011, convocadas anticipadamente por Zapatero y que supusieron un batacazo para el candidato Rubalcaba.
Sea como fuere, de lo que no que no cabe duda es que la situación en España ha llegado a un punto de no retorno: el país está tan tensionado que las elecciones generales no son ya necesarias, sino inevitables. Y acaso no hay mal que por bien no venga.