El ataque vía tuit de Santiago Abascal a EL ESPAÑOL de este viernes es la prueba, una más, de la rancia y errónea concepción que Vox tiene de la función del periodismo en las sociedades democráticas.
Vox viene centrando la comunicación política en las Redes Sociales, en un claro intento por evitar el contraste y las preguntas incómodas, y que prime así la propaganda. Pero además, utiliza internet, el medio más directo pero menos reflexivo, para alimentar la creencia de que es víctima del periodista, pretendido enemigo externo.
Boicot
En esencia, Vox trata de conseguir que toda noticia negativa -o que sencillamente no sea del agrado de sus líderes- pase a ser considerada fake news, y que como tal haya que combatir al medio que la publica. No por casualidad, las principales asociaciones de la prensa, la APM y la FAPE, han condenado ya el boicot del partido a determinados medios, de forma similar a como ocurrió en su día con Podemos.
Cuando Abascal exclama que el derecho a la información existe "a pesar" de sus profesionales, pervierte un derecho que consagra la Constitución. Y cuando Vox, como Trump, ataca gratuitamente a periodistas recurre a un juego peligroso; peligroso por cuanto crea un clima de hostilidad desde sus bases hacia los comunicadores.
Mordaza
Vox sigue la fórmula de estigmatizar y presionar a los periodistas que en su día ya recetó Podemos. Si Pablo Iglesias propuso sin rubor el "control público" de los medios, viendo los planteamientos de Abascal habrá que ver cuál es su solución para el periodismo libre, pero todo hace pensar que pasa por la mordaza. Cuanto antes despierte de su error, mejor para todos.