La última extravagancia del presidente Torra ha sido la de crear una guardia personal de 152 efectivos reclutados entre los mossos d'esquadra. Para acceder a este cuerpo, la Generalitat evalúa a los candidatos mediante una entrevista a través unos examinadores cuya identidad se desconoce. El nombre de esta brigada será la de "Área de Seguridad Institucional" y entre sus cometidos, además del control de la seguridad del propio Quim Torra, estará la de garantizar la protección a los consellers. Y lo que es más inaudito, a los expresidentes del Govern.

Aparte de lo rocambolesco de esta unidad y de su creación, hay un elemento que no debe pasarse por alto: en realidad, Torra puede estar preparando un grupo de mossos de plena confianza, una suerte de policía patriótica, de la que disponer a su arbitrio en el supuesto escenario de otra declaración unilateral de independencia. Eso explicaría que estos agentes sólo tengan que rendir cuentas ante el área de Presidencia de la Generalitat. Y todo, además, cuando el juicio al procés está revelando día a día la deslealtad de gran parte de la Policía catalana. 

Tintes parapoliciales

El secretismo con que se están llevando las pruebas de acceso es un indicio más de que el presidente está dispuesto a bunkerizarse disponiendo de unos policías leales que sólo obedecerán a mandatos políticos. De hecho, la creación de esta brigada ni siquiera se ha consensuado con el principal socio de Gobierno de Torra, ERC, que según las encuestas ganaría hoy las elecciones sobradamente. Es decir, que Torra ni se plantea que su cuadrilla armada pueda ser evaluada por su posible sucesor.

El asunto, no por esperpéntico, no deja de ser gravísimo. Como cuenta hoy EL ESPAÑOL, mossos constitucionalistas consideran que esta maniobra  puede ser el "embrión de una fuerte politización del Cuerpo", y dar pie a "ruido de sables" que desestabilicen la democracia.

Pretorianismo

Que Torra esté cada día más aislado -y que el Parlament le acabe de señalar el camino de unas elecciones anticipadas si no se somete a una moción de confianza- es ya casi lo de menos. Lo grave es que la nueva guardia mora que el presidente de la Generalitat está confeccionando a su medida es, sin duda, otra señal más del pretorianismo paranoide en el que vive el separatismo. 

La Historia nos indica que cuando los líderes se sienten acosados y endiosados recurren a un cuerpo de seguridad propio: de la propia guardia mora de Franco a la guardia amazónica de Gadafi, son muchos y variados los ejemplos. Torra se ha encerrado en su laberinto de césar visionario, y eso puede ser gravísimo por cuanto, desde que gobierna, no ha dejado de "apretar" y de azuzar abierta o encubiertamente a la violencia.