Después de que la Junta Electoral tumbara la estratagema de Pedro Sánchez de participar en un único debate a cinco y con Vox, el presidente ha afrontado este lunes en TVE el primero de los dos debates consecutivos que, por primera vez en Democracia, van a celebrarse en un lapso de 48 horas.
El envite deja dos lecturas. La primera es la del fracaso de Sánchez que, no por casualidad, eludió responder a las dos preguntas fundamentales de la noche: si concederá o no el indulto a los políticos golpistas catalanes una vez que se conozca el fallo del Tribunal Supremo, y si descarta a Albert Rivera para formar gobierno.
Acorralado
La segunda lectura, más importante, es que Pablo Casado y Rivera lograron descabalgar a Sánchez del pedestal de las encuestas, las que prácticamente le auguraban un paseo militar en la recta final de campaña. Ese cambio de escenario era algo que, hasta este lunes, se antojaba un imposible.
Sánchez empezó dubitativo y acabó acorralado, azuzando el espantajo de Vox como principal argumento contra los candidatos de PP y Ciudadanos. Rivera se lanzó en tromba desde el primer minuto. Echó mano de numerosos recursos, como la fotografía de Pedralbes para probar la connivencia de Sánchez con Torra, o el titular de EL ESPAÑOL sobre el caso del niño Antonio para denunciar el despropósito del Impuesto de Sucesiones. Y así fue marcando el ritmo del debate.
Desgaste
La decisión de Casado de emplear un tono presidencialista, más flemático, fue determinante para contribuir al desgaste de Sánchez. Si el candidato del PP hubiera sido igual de expeditivo que Rivera, el resultado habría sido contraproducente, pues el líder socialista podría haber sido percibido como víctima de una cacería.
Que no hubo reparto de papeles lo demuestra la actitud de Rivera hacia Casado, al que llegó a exhibir una foto de Rato para echarle en cara que el milagro económico del PP "está en la cárcel". Pablo Iglesias, desdibujado y extrañamente moderado, no ayudó a Sánchez a salir del atolladero; muy al contrario, lo puso en un brete al generar la sospecha de que prefiere pactar con Rivera tras el 28-A.
Espantada
Para completar una noche adversa, Sánchez dio la espantada. Al contrario que el resto de candidatos, optó por no valorar el debate ante las cámaras y dejó ese trago para José Luis Ábalos. Se marchó a Ferraz con los suyos, en lo que parecía un intento por ganar en casa un combate que perdió en el plató.
El debate en TVE mostró por primera vez desde que comenzó la campaña a un Sánchez vulnerable al que ya no es imposible apartarle de la Moncloa. Pero conviene tener presente que este partido es a doble vuelta, y que los españoles van a tener este martes otra oportunidad para calibrar su voto.