Cuando Carmen Calvo hablaba el fin de semana de "llaneras solitarias" en referencia despectiva a aquellas mujeres que habiendo logrado abrirse camino en una sociedad machista se han olvidado de reivindicar el feminismo, ignoraba que Europa está hoy en manos de tres políticas cuya ideología dista del socialismo que ella defiende. Hablamos de Angela Merkel, Christine Lagarde y la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Y es que si el poder de la canciller alemana -hoy en retirada con 65 años recién cumplidos- ha sido incuestionable como gobernante de facto de la UE y garante de la cohesión continental, no es menor el que va a ostentar la que fue su delfín. Von der Leyen será la primera mujer en presidir el Gobierno de Europa, y lo hará tras haberse ganado el respeto de la mayoría de los eurodiputados con un discurso en el que ha apelado al necesario europeísmo.
Feminismo liberal
También es crucial el papel que jugará Christine Lagarde al frente del Banco Central Europeo. En el pasado de Lagarde hay sombras, pero es evidente que la directora gerente del FMI y ministra en su día con Villepin y Sarkozy ha dado sobradas muestras de poder continuar con las reformas emprendidas por su antecesor. Mario Draghi ha sido el artífice de la defensa de la estabilidad de la moneda común y de la contención de la inflación en tiempos críticos en la Eurozona.
Carmen Calvo dijo el domingo -y reafirmó el martes- que el feminismo es indisoluble del progresismo. Para la vicepresidenta, cualquier avance en los derechos de la mujer es fruto del empeño de las socialistas, que son las que se lo han "currado".
En realidad, no parece que la vicepresidenta del Gobierno se haya currado que Europa esté gobernada por tres mujeres que están en las antípodas de sus planteamientos políticos. Más bien parece que Calvo se aferra a dogmas añejos del feminismo, especialmente ahora que el poder de Merkel, Lagarde y Von der Leyen no es noticia porque sean mujeres, sino porque han demostrado valía por sí mismas.