Los datos que publicamos hoy acerca de la repercusión que las incapacidades temporales de los trabajadores tienen en la producción de bienes y servicios en España son escalofriantes: por ese agujero se esfumaron 70.741 millones de euros el año pasado, nada menos que el 5,86% del PIB nacional.

Luego está, además, el coste que esas ausencias en el trabajo tienen para las empresas: 6.900 millones de euros. La cifra, recogida en un informe de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo, supone un aumento de casi el 10% en relación al ejercicio anterior, lo que indica que, lejos de remitir, el problema sigue creciendo

Competitividad 

Estamos ante uno de los principales problemas para la competitividad que necesitamos corregir. Por experiencia personal o por allegados, todos conocemos casos de picaresca en el uso de las bajas laborales. Es un mal que además perjudica a quienes realmente las necesitan.

Pero no se trata de una percepción subjetiva. Que podrían evitarse o acortarse muchas bajas lo demuestra el hecho de que, durante la crisis, el absentismo se situó en mínimos históricos, y ello por el temor a perder el empleo.

Revisiones

La realidad es que la tasa de absentismo está ya en el 5%, su máximo histórico, y ello en un momento claro de desaceleración económica, cuando las empresas necesitan tener su organización perfectamente engrasada.

Uno de los pasos que habría que dar, por ejemplo, sería concienciar a los médicos de cabecera para que tuvieran un control más riguroso de las bajas por enfermedades comunes y contemplar la posibilidad de realizar revisiones intermedias. También cabe buscar entre las empresas y la Administración fórmulas para desincentivar las ausencias. La CEOE ya prepara iniciativas en ese sentido. Lo que está claro es que hay que hacer compatibles los derechos de los trabajadores con la erradicación de los abusos.