Entre los hitos bochornosos de la Historia reciente del autogobierno en Cataluña quedará marcado lo vivido este jueves en el Parlament. Lo que iba a ser el debate de Política General ha degenerado en un espectáculo lamentable en el que el independentismo, en bloque, ha salido a blanquear a los siete CDR que el juez de la Audiencia Nacional ha enviado a prisión sin fianza.
La cosa no ha quedado ahí. Los diputados separatistas -con la abstención de los Comunes- han solicitado la "amnistía" de los detenidos, al mismo tiempo que han aprobado una declaración de repudio contra la Guardia Civil, a la que instan a abandonar Cataluña.
Rodillo
Esta batasunización de la mayoría de la Cámara catalana refleja a las claras la nula intención del separatismo de respetar la legalidad y, al mismo tiempo, la necesidad de que el Estado dé signos inequívocos de que no consentirá a Torra una reedición del procés. Es elocuente que el propio presidente de la Generalitat insista en negarse a cumplir los requerimientos judiciales y mantenga el lazo amarillo en el balcón.
Así lo han reclamado los diputados de Ciudadanos, que han abandonado el hemiciclo después de que se les tratase de silenciar por enésima vez con el rodillo radical, igual que ocurrió en las semanas previas a la declaración unilateral de independencia.
Convivencia
Más allá de que el 155 no sea en este momento aconsejable -su aplicación tiene que estar absolutamente fundamentada y además del acuerdo político requiere del nihil obstat del Tribunal Constitucional-, es el momento de mostrar firmeza en Cataluña en defensa del Estado de derecho.
Los separatistas no deben confundir la predisposición del Gobierno a buscar el entendimiento con una muestra de debilidad. A quienes están dispuestos a seguir quebrando la convivencia y ensalzan y justifican a presuntos terroristas no se les puede conceder un milímetro más. Toca mover ficha.