Las imágenes de Cataluña en llamas, dantescas, tienen un culpable principal: Quim Torra. Lejos de intentar apaciguar los ánimos, el presidente de la Generalitat parece empeñado en poner las calles al borde de la anarquía. Verle encabezar este miércoles la marcha que ha colapsado la AP-7 -una de las principales autopistas de la región- es toda una declaración de intenciones. 

Si con la boca pequeña ha intentado desmarcarse del vandalismo que reina en Cataluña, la realidad demuestra que ha asumido como propias las tesis de Tsunami Democrátic y, al hacerlo, ha dejado vendido al consejero de Interior, Miquel Buch, que  hasta ahora está colaborando en la coordinación entre los Mossos y el resto de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. 

Impunidad

En este sentido, EL ESPAÑOL revela hoy que dentro de la Policía autonómica reina el sentimiento de estar vendidos frente al "doble juego" de Torra, que les manda a controlar a las masas después de felicitar a quienes toman las calles. Sus heridos ya se cuentan por docenas. La situación llega al paroxismo cuando es el entorno del propio presidente de la Generalitat el que pide la cabeza de Buch por traidor.

Tras varias jornadas de graves altercados, y con la previsión de que los incidentes vayan a más -hay prevista huelga general este viernes-, es inaplazable que el Estado destine todos los recursos que sean necesarios para cortar esta escalada. Los violentos han creado un estado de excepción en Barcelona con una sensación de impunidad intolerable. 

Bárbaros

Es mucho lo que está en juego. España no puede dar una imagen al mundo de impotencia o de claudicación ante los bárbaros. Que un acontecimiento como el clásico entre el Barcelona y el Real Madrid pueda jugarse en otro lugar distinto al Camp Nou -como ha propuesto ya La Liga- es una prueba irrefutable de que costará mucho volver a una normalidad que hay que retomar con la firmeza y la unidad del Estado de Derecho.

Si cuando el golpe separatista de 2017 era indispensable no abandonar a los catalanes constitucionalistas, ahora es imperante no dejarles a su suerte. Pedro Sánchez se comprometió a ello este miércoles, cuando aseguró que la calma se recobrará más pronto que tarde. Hay que tomarle la palabra.