El independentismo está unido en un fin común: atacar la democracia y laminar los derechos de los ciudadanos no nacionalistas. Les da igual haber llevado la parálisis a Cataluña. Ahora quieren sembrarla de "cadáveres", de "españordos", según desvela este jueves EL ESPAÑOL,lo que demuestra que los radicales tratan de implantar un estado de violencia para alcanzar sus objetivos.
Frente a la falacia reiterada de que el separatismo es pacífico, hay independentistas que han abogado y abogan abiertamente por la fuerza bruta. A medida que prolongan su "guerra de desgaste" va quedando en evidencia que su "revolución de las sonrisas" es una farsa.
Otros CDR
Unas semanas después de la detención de miembros de los CDR con material para hacer explosivos y con objetivos marcados, la inclusión del sustantivo "cadáveres" en sus comunicaciones secretas prueba hasta dónde están dispuestos a llegar. Y lo más perverso es que estos individuos cuentan con la protección de las instituciones catalanas.
La realidad es que si no ha habido muertos ya ha sido de casualidad, y también por la profesionalidad de los cuerpos de seguridad del Estado. Este mismo miércoles, el Gobierno anunciaba el inminente traslado a un hospital de Galicia del policía al que alcanzaron los violentos en los disturbios de Barcelona. Sufrió traumatismo craneoencefálico, el aplastamiento de dos vértebras y un encharcamiento pulmonar, lesiones que podrían dejarle graves secuelas.
Escalada violenta
Los separatistas, a los que el propio Torra llama a "apretar", están empleando técnicas de guerrilla urbana que superan en ferocidad a la kale borroka que durante años padeció el País Vasco. El Estado tiene la obligación de cortar de raíz esta escalada de violencia ante quienes se sienten envalentonados por una indisimulada cobertura política.
La purga anunciada en los Mossos por cumplir con su labor es el último gesto de amparo de la Generalitat separatista a estos desalmados que sólo tienen un destino posible: la cárcel.