Oriol Junqueras ha sido extraordinariamente claro acerca de cuál es el objetivo irrenunciable de ERC: "Nos hemos ganado el derecho a volver a intentarlo". Que diga esto desde la cárcel quien acaba de ser condenado por un delito de sedición desacredita a quien pretenda contar con él para dar "estabilidad" a España.
Las manifestaciones del líder de ERC en la víspera del inicio del congreso de este partido van a marcar sin duda la convención. Aunque Junqueras dice que "no hay que detener las negociaciones con el PSOE", lo cierto es que los republicanos no han hecho más que subir el precio del apoyo a la investidura de Sánchez desde que comenzaron las negociaciones.
Credibilidad
El separatismo, envalentonado por el fallo de la Justicia europea, está dispuesto a redoblar su pulso al Estado. Ahora, con las relaciones con el PSOE congeladas, ERC insta nada menos al Gobierno a que la Abogacía del Estado reclame ante el Tribunal Supremo la nulidad del juicio del procés, otro gesto que vender ante la parroquia independentista como una nueva victoria sobre el Estado.
En realidad, los separatistas han vuelto a situar a Sánchez en el famoso cul de sac: cualquier mínima cesión que ahora haga el presidente en funciones erosionaría ya no sólo su menguante credibilidad, sino los pilares del Estado. Pero dado que el Gobierno no quiere bajo ningún concepto terceras elecciones y no tiene "plan B", como ha revelado la ministra Celaá, Sánchez sigue siendo rehén de Junqueras.
Investidura
La realidad, tozuda, insiste en demostrarle a Sánchez la imposibilidad de buscar una investidura con el apoyo activo o pasivo de quienes tienen el firme propósito de romper España. Aunque el líder socialista haya volado los puentes con los otros partidos constitucionalistas desde la misma noche del 10-N, sólo esa vía le garantiza una salida digna. Que a la vez es la mejor para los intereses de la mayoría.