Conviene centrar la mirada en la sucesión de los hechos de este jueves para darnos cuenta de la grave realidad por la que transita nuestro país: Oriol Junqueras es el verdadero hombre fuerte de la Moncloa.
A la mañana siguiente de que Quim Torra dinamitara la legislatura catalana anunciando unas elecciones anticipadas sin fecha concreta, el Gobierno respondía aplazando y desnaturalizando la llamada mesa diálogo "entre gobiernos" para, horas después, reactivarla. Por medio, un encuentro entre Gabriel Rufián y Pedro Sánchez en Moncloa que es, cuando menos, excepcional en tiempo y forma ante lo que en Esquerra han considerado un "incumplimiento flagrante" del acuerdo firmado con los socialistas.
Torpe gestión
De entrada, aparte de la debilidad manifiesta y la torpe gestión demostrada por la Moncloa al actuar a espaldas de ERC, hay una lectura que es aún más dramática: el separatismo, aun abierto en canal, es capaz de rearmarse en el objetivo común de extorsionar a Sánchez.
Y no sólo eso, sino que el escenario que se avecina con esta nueva rendición al independentismo augura una competición entre ERC y JxCat por ver quién llega más lejos en su pulso al Estado dentro de una negociación que se antoja estéril. Incluso antes de la primera reunión.
El esperpento
Para más inri, EL ESPAÑOL detalla hoy cómo en las filas neoconvergentes hay cinco perfiles que buscan la bendición de Carles Puigdemont para, habida cuenta de su situación judicial y la imposibilidad de estar físicamente en España, convertirse en sucesores de Torra.
Es triste comprobar que cada día que pasa el jefe del Ejecutivo es más vulnerable. Pero también, la habilidad del separatismo para encontrarle las vueltas al Gobierno. El esperpento y la coacción de quienes abogan por romper España se han vuelto sistemáticos, y ése es un riesgo que no podemos permitirnos.