Las últimas noticias sobre Juan Carlos I, la renuncia de Felipe VI a su herencia y la decisión de retirarle a su padre la asignación de la Casa Real hubieran conmocionado aún más a la opinión pública de no mediar las graves circunstancias que atraviesa España por la crisis del coronavirus.
Las informaciones de The Telegraph han revelado que Felipe VI aparece como segundo beneficiario de una fundación off shore creada en Panamá, cuyo capital se formó con las comisiones irregulares cobradas por Juan Carlos I en Arabia Saudí. Hablamos nada menos que de 100 millones de dólares.
Un año después
Estos hechos terminan por derrumbar el mito de Juan Carlos como el gran monarca de la Transición. Es vedad que fue artífice, junto a Adolfo Suárez, del paso de la dictadura a la democracia, y es cierto también que su intervención fue decisiva para detener el golpe del 23-F. Pero si se confirma que se sirvió de su posición para enriquecerse y que con su proceder ha salpicado además a Felipe VI, la Historia acabará condenándole por ello.
La reacción del Rey de desmarcarse radicalmente de la fortuna de su padre es la correcta. Aunque el gesto no tiene efectos jurídicos inmediatos, supone una declaración de intenciones. Ahora bien, Zarzuela tenía conocimiento desde hace un año de la herencia del Rey Emérito y no ha sido hasta ahora, cuando los hechos han saltado a la opinión pública, que se ha pronunciado.
Credibilidad en juego
Cuando el Monarca supo lo que había se limitó a levantar acta notarial. Eso abre varios interrogantes. El principal es si la Casa Real puso entonces en conocimiento del Gobierno este escándalo, porque de no ser así la credibilidad del actual Jefe del Estado quedaría dañada. Pero también hay que aclarar por qué no rompió entonces con su padre. El caso está judicializado y puede tener consecuencias penales. Además, a la luz de los últimos acontecimientos, técnicos de Hacienda han pedido que se investigue al Rey Emérito para actuar en consecuencia.
Resulta descorazonador que Juan Carlos I acabe siendo recordado por hechos de esta naturaleza. El deterioro de su imagen que le llevó a abdicar hace seis años, sobre todo a raíz del escándalo del famoso viaje a Botsuana, sus turbios negocios y líos de faldas, encuentra ahora un final mucho peor de lo que cabía imaginar.