Los profesionales de la Salud han exigido al Gobierno "medidas valientes", coordinación y seguridad para combatir una pandemia sin precedentes. El coronavirus está dejando a médicos y enfermeros exhaustos, hospitales colapsados y una sensación de impotencia que pone, negro sobre blanco, los errores en la gestión de la crisis. O, en palabras de los propios facultativos, "un sistema sanitario muy bueno, pero unas autoridades sanitarias incompetentes y pusilánimes".
Resulta dramático que, como ha confirmado el Gobierno, el 12% de los contagiados por el coronavirus sean profesionales sanitarios, lo que da una idea de lo mermado que queda nuestro país ante el virus. El consejero de la Comunidad de Madrid, Ruiz Escudero, ha dado a EL ESPAÑOL una cifra demoledora: "Hay 600 sanitarios positivos y 1.400 en cuarentena".
Y se espera, con nuestras defensas hospitalarias mermadas, que en esta semana lleguemos al peor episodio de la enfermedad desde que comenzó la crisis.
Trabajo heroico
Si hay algún colectivo al que hay que prestar atención en estos momentos es el de los médicos y personal sanitario, que están haciendo un trabajo heroico y que comprueban, día a día, cómo se desoyen algunas de sus reclamaciones: desde elementos de protección a que los test se multipliquen para la detección temprana y poder chequear así, con fundamento, el grado de expansión de la epidemia. Otra medida a la que España llega tarde.
Como recuerda el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, es desmoralizante asistir a la polémica entre las administraciones cuando la unidad de acción y de recursos debería ser la prioridad. Entre tanto, algunos de nuestros políticos desoyen las normas del estado de alarma.
Tasa de contagio
Los médicos claman su hartazgo. No pueden seguir "ni un día más" en estas circunstancias. Despreciar el grito de los profesionales, de nuestro auténtico ejército contra el virus, equivale a empezar a perder la guerra.
Pedir un esfuerzo sobrehumano al personal sanitario es comprensible, y médicos y enfermeros son los primeros en asumirlo; dejarlos inermes, una aberración que hay que frenar ya.