El Consejo de Ministros ha decretado este viernes la prohibición de despidos mientras dure el estado de alarma por el coronavirus. Además, las empresas que apliquen un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) estarán obligadas a mantener en nómina a los trabajadores durante seis meses.
Tan malo como el anuncio en sí, que en las actuales circunstancias maniata y pone en riesgo la supervivencia de casi dos millones de empresas, fue el tono empleado por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Podemos), dando un trato a quienes crean empleo casi de presuntos delincuentes.
Nacionalización
Tienen razón los empresarios cuando califican estas medidas de "bolivarianas". Como explica hoy en nuestras páginas el consejero de EL ESPAÑOL Víctor Gómez Frías, estamos ante "una nacionalización de facto del 100% de las empresas".
Con este ataque frontal a los empresarios, que sigue a la guerra ya declarada a los autónomos o a la sanidad privada, el Gobierno busca el cuerpo a cuerpo ideológico. Lo cierto es que empiezan a verse síntomas muy preocupantes en el comportamiento de Pedro Sánchez, seguramente producto de verse superado por esta crisis.
Pero mientras el Gobierno inicia esta huida hacia adelante, vamos camino de los 5.000 muertos, sin que nadie explique por qué un país del tamaño de España figura, junto con Italia, a la cabeza mundial en el número de fallecidos por coronavirus.
Extrema izquierda
Es sabido que la extrema izquierda aprovecha las grandes crisis para intentar cambiar el modelo de sociedad y acomodarlo a su doctrina. Lo sorprendente es ver entrar al PSOE en ese juego tan peligroso. Ahora resultará que los culpables de la imprevisión, de las malas decisiones, de los test "ganga" (González Laya dixit) y de los miles de contagiados van a ser las eléctricas, los banqueros y la sanidad privada.
Al asumir las tesis de Iglesias y despreciar las de su ministra de Economía, Nadia Calviño, Sánchez da un bandazo y se echa en brazos del radicalismo. Y causa vértigo imaginar lo catastrófico que serían unos Presupuestos hechos con el argumentario de Podemos, ERC o Bildu.
Pero por mucho que este Gobierno se empeñe, no podrá endosarle esta tragedia al capitalismo. Tampoco intentando lanzar a media España contra la otra media "politizando el dolor", como señaló Pablo Iglesias. Tarde o temprano tendrá que asumir su responsabilidad.