Este viernes, la titular de Educación, Isabel Celaá, ha afirmado que no corresponde a su ministerio la valoración de con cuántos suspensos pueden pasar de curso los alumnos. En resumidas cuentas, el Gobierno traslada la patata caliente a las comunidades autónomas.
Eso sí, Celaá ha incidido en un punto que no conviene pasar por alto en este momento: España tiene el "triple" de suspensos que Europa. El dato, que el ministerio airea abiertamente mientras lo achaca a administraciones anteriores, refuerza la tesis de que el Gobierno sugiere el "aprobado general".
Benevolencia
Dicho de otra forma, tras el varapalo que ha supuesto la irrupción de la epidemia de coronavirus a falta de un trimestre para acabar el curso, se trata de democratizar el aprobado por la vía de su generalización.
Hay ya quien interpreta esta benevolencia a la hora de evaluar a los alumnos como un intento de no agravar el malestar de la población -padres y estudiantes, sobre todo- en una situación extrema que ha disparado, lógicamente, el grado de disgusto general.
Compromiso
Hay que subrayar que desde el primer momento de la crisis, la gran mayoría de los profesores se han mostrado dispuestos a modificar radicalmente los planteamientos didácticos para que los alumnos no pierdan el curso. Se ha hecho un gran esfuerzo y existe un compromiso en la comunidad educativa para que la formación de los jóvenes se resienta lo menos posible.
Es la actitud de Celaá la que parece poco comprometida para garantizar la igualdad entre los estudiantes. Podría darse el caso así, que en una autonomía unos jóvenes no puedan pasar de curso en junio con dos suspensos y en otra puedan promocionar con tres o cuatro. La ministra da un paso más en la consolidación de un modelo que permite que cada comunidad eduque como quiera y en la lengua que quiera.