El dato es el dato, por grotesco que parezca a primera vista: España ha contabilizado 35 muertos en las últimas 7 jornadas mientras que en el reporte más reciente -el del martes- experimentaba un aumento de 283 fallecidos. El único responsable de este sinsentido numérico es el Ministerio de Sanidad, que ha empezado a emplear otra metodología para calibrar el impacto de la pandemia.
Según asevera también Fernando Simón, este incremento repentino después de una caída notable se debe a que contabilizaron "casos antiguos a los que había que certificarles una fecha de defunción". Una razón, cuando menos, poco científica.
Nuevo protocolo
El disparate de cifras de Salvador Illa es una suma y sigue: justo después de que Sanidad confirmara que Barcelona y otras zonas de Cataluña entraban en Fase 1, la Generalitat hacía pública una cifra de 635 nuevos muertos por coronavirus ante la perplejidad del propio Ministerio.
Esta nueva forma de cifrar la pandemia, de realizar "una mejor fotografía" -en palabras de Simón-, pasa por filtrar y revisar los fallecimientos, eliminando de las estadísticas a todas aquellas víctimas que, aun habiendo presentado la sintomatología del Covid-19, no son víctimas oficiales del coronavirus. O no lo son... según el nuevo protocolo que aplica Sanidad. Un sistema estadístico que, por ejemplo, es incompatible con el seguimiento diario de nuevas defunciones.
Sistema claro
Si desde un principio la comunidad científica y el sentido común reclamaron un sistema claro y coherente para el recuento de los fallecidos, esta montaña rusa de cifras genera estupefacción entre los ciudadanos y redunda en el descrédito de las autoridades sanitarias en lo que ya parece un hábito viciado: la compra de mascarillas, los test fallidos...
Es verdad que la certificación exacta de los fallecidos por coronavirus es muy compleja, pero de ahí a variar sorpresivamente la metodología -en contra del criterio de los países de nuestro entorno- media un abismo. Y este desbarajuste, este enésimo dislate de cifras, dice muy poco del respeto hacia las cifras y hacia las víctimas.