La peor noticia ha llegado en el peor momento. Nadia Calviño no será presidenta del Eurogrupo. El irlandés Paschal Donohoe, apoyado por los nórdicos y por sus compañeros del Partido Popular Europeo, ha frustrado lo que era una gran oportunidad para España.
Entre una Irlanda que tras ser rescatada en la anterior crisis se ha disciplinado y ha hecho los deberes, y una España impredecible por la presencia en el Gobierno del populismo que encarna Podemos, la UE ha dado su veredicto, y por mucho que duela, no debe de sorprendernos: ha premiado la ortodoxia y la seriedad, ha castigado lo que representa Pablo Iglesias.
Fracaso
Pedro Sánchez ha pretendido aparecer ante la opinión pública como representante del centro moderado, como hacedor de consensos. Puede que en España haya convencido a algunos, fuera se ve la realidad de otra forma. Además, una cosa son las palabras y otra los hechos, y la verdad es que Sánchez ha perdido la ocasión de llegar a grandes acuerdos.
El presidente ha jugado la baza de Calviño igual que afrontó la lucha contra la pandemia: solo. Sánchez no puede culpar ahora al PP. Es un fracaso suyo. En este caso concreto, Pablo Casado le ha mostrado todo su apoyo, pero el Gobierno ni le ha informado de las gestiones que realizaba ni le ha requerido para hacer un frente común en Europa.
Un lastre
El revés para España es doble, por cuanto la ministra Arancha González Laya, otro perfil moderado del Gobierno, se descartó para dirigir la OMC en un intento de Moncloa por reforzar aún más la candidatura de Calviño al Eurogrupo.
La realidad, y así lo ha consignado Europa, es que Podemos es un lastre para el Gobierno, por su dogmatismo económico, por su indisciplina fiscal y por sus salidas de pata de banco, la última, en vísperas de la votación de Calviño: dar la nacionalidad a todos los inmigrantes.
La bofetada debe servir de lección a Sánchez. No le han servido ni los apoyos expresos de Merkel y Macron. Si quiere tener credibilidad en Europa no puede seguir de la mano de la izquierda radical y los separatistas. Debería empezar por mirar más al centro. Con Calviño, perdemos todos los españoles.