El Gobierno y las Autonomías han pactado por unanimidad cerrar las discotecas y restringir el ocio nocturno, habida cuenta de que la mayoría de nuevos casos de coronavirus están asociados a los jóvenes y a unos hábitos concretos que han disparado los contagios.
Pese al golpe que puede suponer para muchos negocios, la noticia es positiva, en tanto que prioriza la salud en un momento delicado y en vísperas de un septiembre que se prevé complicado por el retorno a la actividad de millones de trabajadores y la vuelta a las aulas.
Más certidumbre
Pero el paso dado este viernes confirma también la voluntad de coordinar iniciativas cuando es un clamor en la calle y en sectores como el de la sanidad la necesidad de recuperar la unidad de acción. La otra medida pactada ha sido la de extender la prohibición de fumar en la calle.
Con los acuerdos adoptados en el Consejo Interterritorial de Sanidad se transmite certidumbre a los ciudadanos, que no entienden que, ante el mismo problema, haya recetas diferentes en cada región. Bien es cierto que las medidas básicas –uso de mascarilla, distanciamiento social y prohibición de aglomeraciones– han sido adoptadas por todas las Comunidades sin excepción.
Aún hay margen
El Gobierno ha hecho bien al apurar su margen de maniobra en el Consejo Interterritorial como respuesta a una situación que se ha agravado, pero que dista aún de la vivida en primavera, cuando fue preciso decretar el confinamiento de la población. Si se descontrolaran los rebrotes, entonces el paso siguiente sí sería ya recuperar el mando único y valorar la posibilidad de aprobar un nuevo estado de alarma.
Los recortes al libre ejercicio de determinadas actividades que ahora imponen las autoridades establecen otra nueva normalidad con la que, seguramente, habremos de convivir durante un largo periodo. Por lo menos, hasta que vuelvan a caer los contagios y haya una vacuna efectiva.