Los datos notificados este lunes por el Gobierno sobre la evolución de la pandemia son escalofriantes y revelan la necesidad de cambiar de políticas para evitar otra catástrofe sanitaria. Los cerca de 38.000 nuevos contagios registrados desde el viernes suponen un nuevo récord.
El dato desmiente de un plumazo el irresponsable optimismo mostrado el pasado jueves por Fernando Simón, que hablaba de una "fase de estabilización de los contagios previa a un posible descenso". Ayer, sin embargo, anunciaba un "repunte" y un "incremento" que trató de justificar con la situación que vive nuestro entorno europeo.
Desmentidos
Con el portavoz del Ministerio de Sanidad llueve sobre mojado. Desde el minuto uno, su gestión ha sido un continuo ejercicio de desmentidos que empezaron con la relativización de la pandemia, que continuaron con el escándalo de las mascarillas y la "falsa sensación de seguridad" que transmitían, y que siguieron con el descarte de una segunda ola de coronavirus, "un concepto gris y borroso", según dijo.
La población en general carece de conocimientos en materia epidemiológica y sanitaria, por eso es tan importante que los mensajes de las autoridades sean claros. Sin embargo, el experto que debía exponer ante la opinión pública los datos y las recomendaciones ha llegado a defender una cosa y la contraria de un día para otro.
Personaje
En cualquiera circunstancia esto sería muy grave, pero estamos hablando de pérdida de vidas humanas, de familias rotas y de un cataclismo económico sin precedentes. Por todo ello, el Gobierno debería cesar más pronto que tarde a Fernando Simón, alguien que se ha sentido tan personaje como para mostrarse en televisión ante toda España haciendo turismo y deporte, transmitiendo una idea engañosa de la realidad en la que se encuentra el país.
La paciencia tiene un límite. El trabajo concienzudo del ministro Illa, impregnado de sentido común, de esfuerzo por liderar las respuestas junto a las Comunidades Autónomas no debe ser empañado por un portavoz como Fernando Simón.