Pablo Echenique, portavoz de uno de los dos partidos en el Gobierno, ha jaleado y dado su apoyo en Twitter a los violentos que esta noche han atacado a la policía, saqueado tiendas y vandalizado el centro de Madrid con el pretexto del encarcelamiento del delincuente Pablo Hasél.
Los disturbios en Madrid son un eco de los que la noche del martes, y también ayer, se produjeron en Barcelona y en Granada. No sería raro, además, que la violencia se extendiera durante unos días por el resto de la geografía española por el consabido efecto imitación.
Fue Pablo Echenique el que hace apenas unas semanas acusó a Donald Trump de dar un golpe de Estado cuando jaleó la violencia de aquellos que asaltaron el Capitolio el 6 de enero. "Trump, un sociópata golpista, es el referente político de Vox". Parece que el sociópata golpista también es ahora un referente de Podemos.
Lo que hace un mes y medio era un golpe de Estado fascista, hoy es antifascismo. Y con la doble vara de medir de Podemos, y frente al silencio cómplice del PSOE, sus violentos siguen midiéndole la espalda a la democracia cada vez que se les antoja.
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo van a tener que soportar los españoles que un partido que jalea la violencia, que ampara la okupación, que exige indultos para golpistas, que pide censurar la libertad de expresión en función de sus intereses sectarios y cuyo objetivo declarado es la demolición de la democracia constitucional siga convirtiendo España es un campo de batalla batasunizado en el que dar rienda suelta a sus instintos autoritarios?
¿Cómo justificará el PSOE que los violentos afines a su socio de gobierno destrozaran ayer los locales de empresarios que a la ruina económica provocada por la pandemia y la falta de ayudas gubernamentales deberán sumar ahora el saqueo de sus locales?
¿Cómo justificará el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, las palabras de Podemos frente a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que se juegan la vida cada vez que los radicales de extrema izquierda deciden calcinar las calles?
¿Dónde queda ahora esa cínica excusa que algunos miembros del Gobierno suelen esgrimir, siempre en privado, cuando se les pregunta por la violencia alentada por Podemos: "Mientras estén en el Gobierno, no incendiarán las calles"?
Bien, Podemos está ya en el Gobierno y sus simpatizantes siguen incendiando las calles. ¿Cuál es la siguiente excusa?
¿A qué este ensañamiento del Gobierno con unos ciudadanos que a las muertes provocadas por la pandemia y la ruina económica consiguiente han de sumar ahora el miedo a ser víctimas de la violencia jaleada por uno de los partidos en el poder?
Echenique debe ser fulminado
Pablo Echenique no se representa a sí mismo. Pablo Echenique es el portavoz de Podemos. Lo que quiere decir que cuando Echenique habla, no lo hace como el ciudadano Echenique, sino como Podemos. Como un partido que forma parte del Gobierno de la Nación.
La gravedad de las declaraciones de Echenique no permite que estas se salden con su cese fulminante y una posible querella por incitación a la violencia. Porque en el caso de Podemos, llueve sobre mojado.
Tampoco es ya suficiente con que un ministro socialista del Gobierno comparezca hoy para afearle a Echenique, con el habitual pavor en el cuerpo, su desprecio por la democracia y la paz social. Porque ni las palabras de Podemos son sólo palabras ni los destrozos y las víctimas de la violencia radical son imaginarios, como sí lo es ese fascismo contra el que dicen luchar los morados.
Las excusas habituales de los miembros del Consejo de Ministros, en fin, no sirven ya frente a un socio que parece tener meridianamente claro, como empiezan a tenerlo ya muchos españoles, que mientras Pedro Sánchez necesite sus votos, toda España será un charco de gasolina para sus cerillas.
España se la juega
España se juega mucho durante los próximos meses. Se juega unos fondos europeos que deberían evitar la quiebra de la economía española. Se juega la salida de la pandemia. Se juega también su continuidad como nación unida, dados los resultados de las elecciones en Cataluña y la connivencia de Podemos con los separatistas.
Y se juega, sobre todo, la paz social.
Podemos es un partido incompatible con la democracia, con los derechos civiles y con un Estado de derecho moderno. El PSOE ya ha decidido romper con Podemos y los alborotos de ayer no son más que el aviso a navegantes de los de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez. "Esto es lo que te espera si rompes con nosotros".
Sólo le pedimos a Pedro Sánchez que adelante unos meses lo que tiene previsto hacer en un futuro más o menos cercano. Porque cada minuto que Podemos continúa en el Gobierno es una gota de violencia, de fanatismo y de odio más en el cubo de la paciencia de millones de españoles.