No por habitual deja de ser llamativo que las encuestas del CIS coincidan, sin excepción conocida desde el nombramiento en junio de 2018 de José Félix Tezanos como presidente del instituto, con los intereses electorales coyunturales de Moncloa.
El último de sus barómetros, centrado en la Comunidad de Madrid, no sólo no es la excepción a la norma, sino que arroja un resultado sorprendente, por no decir increíble, que contradice todos los sondeos publicados hasta la fecha, incluido el de EL ESPAÑOL.
La duda, en fin, no es ya si el CIS manipula sus resultados, sino si pesa más en ellos la chapuza o la creatividad demoscópica.
Ciudadanos, fuera de Madrid
Dice el CIS que el bloque de la derecha y de la izquierda empatarían hoy a 68 escaños, que Ciudadanos se quedaría fuera de la Asamblea y que Vox correría serio riesgo de seguir el mismo destino.
Según el instituto liderado por Tezanos, Isabel Díaz Ayuso no sólo ganaría de forma clara las elecciones, sino que su superioridad podría conducir, paradójicamente, a un gobierno de izquierdas.
La izquierda, en cambio, se mantendría incólume en sus resultados de 2019 (el caso de Más Madrid, con 20 escaños) o incrementaría su representación (Gabilondo pasaría de 37 a 38 escaños y Podemos, de 7 a 10).
Ni siquiera la posibilidad, adelantada ya por muchos usuarios de redes sociales, de que los técnicos del CIS se hayan equivocado en la atribución de escaños aminora en nada la sorpresa. Porque correctamente distribuidos esos escaños, la suma de los partidos de izquierda superaría la suma de los partidos de derechas en nada más y nada menos que cuatro escaños.
Llueve sobre mojado
El CIS lleva un año y medio sobreestimando de forma sistemática la suma de escaños del bloque de izquierdas. No es una opinión. Lo han demostrado de forma recurrente las elecciones que se han celebrado en España en ese plazo de tiempo.
El resultado del último sondeo de Tezanos parece tan finamente ajustado para conseguir un resultado favorable a los intereses de Ángel Gabilondo que resulta legítimo afirmar que el CIS, de nuevo, lo ha vuelto a hacer.
Parece también legítimo sospechar que se puede estar utilizando un organismo público para modelar la opinión de los electores en el sentido deseado por el Gobierno.
Es ya vox populi entre los profesionales de las muchas encuestadoras que trabajan en nuestro país que el CIS no intenta reflejar la realidad, sino modelarla. Y por eso resulta absurdo leer sus barómetros como si estos fueran un análisis de las preferencias de los ciudadanos, cuando son mucho más interesantes como análisis de las preferencias del Gobierno. Es decir, como el escenario ideal de Moncloa, para entendernos.
Victoria imposible de negar
Si esta teoría, bastante verosímil a tenor de lo visto a lo largo de los últimos meses, es cierta, entonces los deseos de Moncloa están ahí para todo el que quiera verlos. Y ya que la victoria de Ayuso parece imposible de negar hasta para Tezanos, el CIS ha ajustado el resultado del resto de partidos de forma milimétrica para que el resultado sea el de una suma imposible de derechas.
¿El objetivo? Convencer a los votantes de Ciudadanos que no se han ido ya al PP, es decir, a los más cercanos al centroizquierda, de que su voto se va a perder y de que más les valdría votar a Gabilondo. Presentar, en fin, al PSOE como la única opción centrista válida.
Pero para convencer al votante de Ciudadanos, el CIS ha hecho malabarismo demoscópico. Lo demuestra el hecho de que Más Madrid no pierde un solo escaño a pesar de la subida de Podemos. Tampoco lo pierde el PSOE, que incluso aumenta un escaño. ¿De dónde salen esos votos que gana Podemos? ¿De Vox? ¿De Ciudadanos?
La combinación anterior, sumada a ese increíble porcentaje de Vox (aproximadamente la mitad de lo que pronostican la mayoría de los sondeos), es lo que le concede a los partidos de izquierda un imposible empate. E incluso una victoria si hacemos caso a las correcciones del sondeo realizadas por algunos expertos.
El objetivo, evidente, es vender la idea de que en las elecciones de la Comunidad de Madrid “todavía queda partido”.
El CIS ha entrado en campaña, y lo ha hecho en el mismo sentido en el que lleva haciéndolo un año y medio. Ninguna sorpresa, pero sí un nuevo escándalo. Y con chapuza de regalo, esta vez.