La gran mayoría de los presos de ETA está ya en el País Vasco o en cárceles cercanas a esta Comunidad. Tal y como publica hoy EL ESPAÑOL, en Andalucía, el territorio peninsular más alejado de las provincias vascas, sólo quedan ya 16 etarras.
Cabe apuntar, en primer lugar, que dónde se cumpla una condena es irrelevante: lo importante es que se cumpla. Ahora bien, la dispersión de los presos de ETA tuvo todo el sentido en su día para evitar que pudieran cerrar filas o coordinarse desde dentro. Tras la desaparición de la banda terrorista, los perjudicados por esta política de dispersión son, principalmente, las familias de los presos.
¿Quiere decir eso que está justificado el traslado masivo que inició el ministro Fernando Grande-Marlaska desde su llegada a Interior? No, por ser indiscriminado.
Competencia de prisiones
Por respeto a las víctimas de ETA, que sólo pueden visitar a sus familiares en el cementerio, esa política de acercamientos debería haberse hecho de otra forma. Habría que haber empezado por aquellos que han colaborado con la Justicia o, al menos, han pedido perdón por sus crímenes. Y después, analizar caso por caso.
Ocurre, además, que estamos en puertas de la materialización del acuerdo entre los gobiernos de Pedro Sánchez y de Íñigo Urkullu para la cesión de competencias en materia de prisiones. El País Vasco será así la segunda Autonomía, después de Cataluña, en tener transferida esta delicada materia.
Ya hemos visto lo que está ocurriendo en Cataluña con los presos del procés. Pues bien, es un riesgo real que una formación como Bildu tenga algún día representación en el gobierno vasco, o incluso sin llegar a tenerlo, pueda condicionar la política del Ejecutivo desde fuera. No es difícil imaginar qué pedirán a cambio de su apoyo.
Agravio comparativo
El régimen penitenciario ha de estar ligado a la actitud individual de cada preso. Los beneficios se otorgan cuando las muestras de reinserción son claras.
Habrá que ver también si la política penitenciaria de acercamientos por parte de Interior es igual para todos, porque si se ciñe exclusivamente a los etarras habrá un agravio comparativo con el resto de la población reclusa. Dicho de otro modo, nos encontraríamos ante un caso de favor político.
Hay elementos para pensar que la historia de ETA ha terminado. En ese contexto, aprobamos el acercamiento de terroristas a cárceles cercanas a su tierra, siempre y cuando esté justificado. Los derechos de estos presos no pueden aplastar los de las víctimas.