La "amenaza fascista" era un esquizofrénico. Ese es el resumen del nuevo torbellino político provocado ayer por la navaja ensangrentada recibida por la ministra de Industria María Reyes Maroto.
Tras la recepción de la carta, PSOE, Más Madrid y Podemos se subieron de inmediato al carro del relato de la amenaza del fascismo sin esperar a los resultados de las investigaciones de la Policía. Lo hicieron por boca de Adriana Lastra, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
El líder de Podemos se ha vanagloriado incluso de haber arrastrado al presidente a su fantasía antifascista. Una señal clara de cómo el populismo está marcando el paso a los partidos moderados en estas elecciones.
No acabaron ahí las irresponsabilidades. Yolanda Díaz sollozó teatralmente en televisión cuando fue informada de la noticia y Mónica García llegó a establecer una relación directa entre el mensaje amenazante e Isabel Díaz Ayuso.
Apenas unas horas han bastado, sin embargo, para averiguar la identidad del remitente de la carta. Un enfermo de esquizofrenia de El Escorial.
Seguridad insuficiente
PSOE, Podemos y Más Madrid no han pedido aún perdón por haber utilizado la carta como arma electoral. El uso de una amenaza como herramienta propagandística es una línea roja que no se había traspasado antes en democracia. Si no se suelen publicitar esas amenazas no es sólo por rigor democrático, sino también para no provocar un efecto imitación en perturbados y extremistas.
Recordemos que, por desgracia, los líderes políticos reciben con frecuencia amenazas como estas. Pero las ventilan a través de los cauces establecidos por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y no a través de los medios de comunicación. Precisamente, por motivos de seguridad.
Mención aparte para el lamentable protocolo de seguridad de las instituciones que han recibido esas cartas. Como ha dicho Isabel Díaz Ayuso, "si llega a mi mesa un simple abrelatas de mejillones, el responsable de seguridad está al día siguiente en la calle".
Populismos especulares
Pero si algo ha demostrado lo ocurrido durante las últimas horas es que el populismo de izquierdas es el fiel reflejo del populismo de derechas. De ese populismo de derechas que especuló desde un primer momento con la teoría de que las cartas amenazantes eran poco menos que un montaje de Moncloa.
Una vez conocida la identidad del autor de la carta, sería de una irresponsabilidad rayana en la inconsciencia seguir estirando el relato de la amenaza fascista o insistiendo en teorías conspiranoicas.
Especialmente desacertada ha sido la afirmación de Reyes Maroto de que todos los demócratas "están amenazados de muerte" en España.
Es falso. España no es Rusia ni Venezuela. Y si la democracia corre peligro en nuestro país no es por las amenazas de un enfermo, o incluso de un extremista, sino por la presión de partidos como Podemos y Vox sobre PSOE y PP.
Una investigación necesaria
La investigación debe seguir sin embargo sus cauces en el caso de las tres cartas con balas recibidas por Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez. Es urgente conocer la identidad de su autor y, en su caso, si este es el mismo que el de la carta recibida por Reyes Maroto.
Esa debe ser la prioridad absoluta del Ministerio del Interior antes de las elecciones del 4-M. Porque el revuelo provocado está alimentando especulaciones políticas disparatadas que sólo sirven a los intereses de aquellos que pretenden conseguir mediante el caos los escaños que les niegan los sondeos, con Podemos y Vox a la cabeza.
Es urgente, en fin, que las investigaciones den resultado antes de las elecciones autonómicas de Madrid para que los ciudadanos tengan la oportunidad de juzgar la actitud de los partidos madrileños en relación con esas amenazas.
Señalamientos antidemocráticos
La agitación generada por las cartas coincide además con el señalamiento de Ana Rosa Quintana realizado por Pablo Iglesias durante una entrevista en la SER con Àngels Barceló. El líder de Podemos ha acusado a la periodista de Telecinco de ser "la portavoz mediática de la ultraderecha" y la respuesta de esta no se ha hecho esperar: "El fascista es usted".
Es intolerable que un político ataque directamente a periodistas. Desde la redacción, además, de un medio de comunicación afín al Gobierno. Especialmente cuando ese político circula rodeado de un equipo de escoltas cuya función es, precisamente, evitar que le alcance la crispación generada por él mismo.
Otro ejemplo, uno más, del matonismo que está inundando esta campaña y del irrespirable ambiente de tensión que se vive en Madrid desde que Pablo Iglesias entró en ella y Vox se ofreció solícito a darle todos los pretextos que este necesita para escenificar su enésima performance antifascista.
Desde EL ESPAÑOL volvemos a insistir en la necesidad de que PP, Ciudadanos, PSOE y Más Madrid frenen a los partidos que no tienen reparos en usar toda la munición a su alcance para erosionar la convivencia entre españoles.