No hubo ayer mejor noticia para el PSOE, para Vox y para los líderes del procés que la de que el PP se sumará a la manifestación contra los indultos del 13 de junio en la plaza de Colón. Con su decisión, el PP insufla oxígeno a sus tres principales adversarios cuando estos más lo necesitan. Nadie lo agradecerá más que ellos.
Pablo Casado ha sido víctima de la cabezonería cívica de los organizadores. Unos organizadores que, haciendo oídos sordos a las voces que les recomendaban convocar la manifestación en cualquier otro lugar de Madrid, han preferido volver a la plaza de Colón con el objetivo de rebelarse contra la satanización de ese espacio.
Pero si el objetivo de la convocatoria no es ya protestar contra los indultos, sino exorcizar enclaves profanados por la propaganda del PSOE, ¿por qué quedarse a medias? ¿Por qué no entonces la plaza de Oriente? ¿O el Valle de los Caídos?
Casado ha sido también víctima de unos complejos respecto a Vox que deberían haber sido erradicados del partido tras la victoria de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid. Una victoria que ha condenado a Vox a la intrascendencia y que ha demostrado que existe un camino para el PP que no pasa por una batalla de órdagos con los de Santiago Abascal.
El PP al rescate
Con el Gobierno acorralado por el Tribunal Supremo y por el masivo repudio de los indultos de una gran mayoría de la opinión pública, incluido el 72,5% de los votantes del PSOE, Pablo Casado ha acudido al rescate de Pedro Sánchez. Lo ha hecho sumándose a una convocatoria que, aunque liderada formalmente por Rosa Díez y Fernando Savater, ha sido capitalizada desde el primer minuto por Vox.
Más incluso que la gestión de la epidemia o que sus pactos con Podemos o los partidos nacionalistas, el de los indultos es el asunto que más ha tensionado al PSOE a lo largo de los tres últimos años. Como publica hoy EL ESPAÑOL, militantes socialistas de hasta seis federaciones amenazan con llevar a Sánchez a los tribunales basándose en sólidas razones jurídicas por incumplir los estatutos del partido en lo referente a los indultos.
En ese contexto, y con su presencia en la manifestación de Vox, el PP ha abortado de forma radical la posibilidad de que esa contestación interna crezca hasta adquirir niveles de cisma. Una victoria de Susana Díaz en Andalucía habría sido casi definitiva.
Pero manifestándose no ya de la mano de Vox, sino a rebufo de ellos, el PP conseguirá unir de nuevo al PSOE, a Podemos y los nacionalistas en torno a un objetivo común: la lucha contra el fantasma de la ultraderecha. Puede que a Vox le convenga llamar "batalla cultural" a caer una y otra vez en las trampas de la izquierda para desafiar no se sabe bien qué hegemonía. Pero ¿le conviene al PP cargar contra ese molino?
"En caso de confusión, la derecha vuelve a Colón" ha dicho Miquel Iceta. La batalla de los indultos, que el PP llevaba camino de ganar por goleada, estará tras la reedición de la foto de Colón en el punto exacto que le conviene al PSOE: el de la batalla entre un nacionalismo, el periférico, y otro nacionalismo, el españolista. Con el PSOE en el centro y el PP en el extremo derecho, junto a Vox.
Bola de partido
Como esos malos jugadores que no pierden una sola oportunidad de perder una oportunidad, el PP ha decidido desperdiciar su primera bola de partido en tres años. Dejar la lucha contra los indultos en manos de agitadores profesionales, oportunistas de la política y toreadores de salón sin nada que perder es el camino más directo posible hacia una nueva victoria en las urnas de Pedro Sánchez.
Fue José María Aznar el que, en enero de 2020, le recomendó a Pablo Casado confrontar con el Gobierno "como si Vox no existiera" y con Vox "como si el Gobierno no existiera" parafraseando al exprimer ministro israelí David Ben-Gurion. Eso es exactamente lo que hecho Ayuso en Madrid y los resultados están a la vista.
Y si lo que le aterra a Casado es ser caricaturizado como el heredero de Mariano Rajoy en su desidia y su dontancredismo, que tenga en cuenta que ese pavor a tomar la iniciativa y la tendencia a dejarse llevar como un barco al pairo por los vientos y las corrientes generadas por otros sí es puro marianismo en rama.