Los debates en torno a la vacunación se acumulan sobre la mesa. A la polémica sobre el pasaporte Covid y su posible implantación en España hemos de sumar ahora la que empieza a provocar ya la posibilidad de que las comunidades administren una tercera dosis de la vacuna a los pacientes más vulnerables. Es decir, a los mayores.
Israel, Francia y Alemania han empezado ya a aplicar esa dosis de recuerdo a sus ciudadanos de mayor edad. En primer lugar, por su mayor vulnerabilidad frente a la variante india del virus. En segundo lugar, porque fueron los primeros en ser vacunados y, por lo tanto, también son los primeros en sufrir la perdida de efectividad de la vacuna.
En España, Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación y Alertas y Emergencias Sanitarias, no ha negado la posibilidad de que se acabe recomendando la inoculación de una tercera dosis, pero tampoco la ha apoyado: "La opción de una tercera vacuna está sobre la mesa, es una de las cosas que tenemos que decidir en las próximas semanas, habrá que tomar decisiones y habrá que hacerlo valorando la información".
Mientras, el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Enrique López, ha confirmado que el gobierno autonómico se plantea ya en firme la posibilidad de esa tercera dosis para la población inmunodeprimida. "Siempre que Fernando Simón ha adelantado algo, se ha equivocado" han dicho desde la Comunidad, desautorizando las palabras de Simón.
Un pequeño remanente
El debate no es una serpiente de verano. Aunque las cifras de infectados y fallecidos en residencias no llegan ni por asomo a las de los momentos culminantes de la pandemia, lo cierto es que sí están mostrando una evolución inquietante. En julio, la cifra de infectados fue de 1.712 y la de muertos, de 50.
Las razones son varias. En primer lugar, y aunque la cifra de vacunados en residencias es muy alta (superior al 90% y en algunos casos del 97%), queda un pequeño remanente de no vacunados por diversas razones que son vulnerables al virus.
En segundo lugar, el hecho de que el porcentaje de vacunados entre familiares y trabajadores es inferior al deseable. En el caso de estos últimos, el porcentaje es del 85%.
El tercer factor es la perdida de efectividad de la vacuna con el tiempo.
El cuarto y último, el hecho de que las vacunas no garantizan una protección contra el virus al 100%. Algo especialmente letal en el contexto de la expansión de una nueva variante, la india, más contagiosa y agresiva que la cepa original.
Ayuda, no gestos
Lo cierto es que la necesidad de esa tercera dosis en personas vulnerables sería mucho menor si toda la población española estuviera vacunada de la primera y la segunda dosis. En este sentido, la mejor tercera dosis posible es la vacunación de toda la población y la ansiada inmunidad de grupo.
De nuevo, EL ESPAÑOL reitera su apuesta por la no obligatoriedad de la vacuna. Pero es evidente que el ejercicio de esa libertad debe comportar la asunción de una serie de responsabilidades, como la de ver limitado el derecho a acceder a determinados espacios vulnerables al virus. Y entre ellos, las residencias de ancianos.
Debate aparte es el generado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha pedido que los países ricos se abstengan de suministrar terceras dosis hasta que los países pobres estén vacunados en un porcentaje mínimo. La propuesta ha sido de momento rechazada por los Estados Unidos, Alemania y Francia. La UE, por su parte, ha esquivado la cuestión delegando la decisión en las autoridades nacionales.
El porcentaje de vacunados en los países desarrollados es de casi el 52%, por el 1,36% de los países no desarrollados. El desequilibrio clama al cielo tanto desde un punto de vista humanitario como interesado: si las vacunas no llegan a esos países pobres, es más probable que surjan de ellos nuevas cepas más virulentas y potencialmente letales.
Pero el debate no puede solventarse con gestos. El problema no se soluciona frenando la vacunación en los países desarrollados sino fabricando más vacunas y gestionando ayudas concretas para el desarrollo de campañas de vacunación masivas en los países no desarrollados.