El borrador del currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) que se conoció ayer desmiente a aquellos que creían que la Ley Celaá sería matizada con el paso del tiempo y el desarrollo reglamentario de sus propuestas más polémicas.
El proyecto introduce la polémica perspectiva de género en todas las materias (incluidas las asignaturas técnicas y científicas), permite pasar de curso sin límite de suspensos si así lo decide el claustro de profesores y elimina las pruebas de recuperación.
Como elemento positivo, el proyecto acierta al introducir las materias Tecnología y Digitalización (en los tres primeros cursos), y las materias Digitalización, Economía y Emprendimiento, y Formación y orientación personal y profesional (en el cuarto curso).
Pero el principal problema del currículo de la ESO es que abre la puerta a la introducción de la ideología en el sistema educativo al privilegiar la enseñanza de determinados valores morales frente a la propia enseñanza de las materias del currículo.
¿Cómo cabe entender esos valores morales? ¿Tal y como los entiende la Constitución? ¿O tal y como los entienden Unidas Podemos, ERC y EH Bildu, por ejemplo, entusiastas apologetas de la Ley Celaá?
Si ni siquiera PSOE y Unidas Podemos coinciden en su visión de los derechos LGTBI, tal y como ha evidenciado la tramitación de la llamada Ley Trans, ¿cuál será la versión de esos derechos que se enseñe en las escuelas españolas, por ejemplo?
Vaporosa prosa pedagógica
El proyecto, redactado con la vaporosa prosa pedagógica habitual (se llega a hablar de "aprendizaje competencial, autónomo, significativo y reflexivo"), pretende que los alumnos "sepan aplicar" lo aprendido, alejándose de la pura y dura memorización de contenidos. Pero lo hace por la vía de la rebaja de la exigencia, permitiendo pasar de curso independientemente de cuántos suspensos tenga el alumno.
¿Qué incentivo tendrán ahora los alumnos para esforzarse en su educación si una simple evaluación final colegiada del equipo docente de su centro bastará para hacerles pasar de curso aunque hayan suspendido todas las asignaturas?
Recordemos que España es el país de la OCDE con más alumnos repetidores en secundaria y que los resultados de los alumnos españoles en las pruebas PISA rozan lo vergonzoso. La tasa de repetición de los alumnos españoles en secundaria llega, de hecho, a cuadriplicar la media de la OCDE.
La respuesta del Gobierno a esa realidad no ha sido elevar la exigencia para alumnos y profesores sino convertir la ESO en un canal de Panamá educativo que permita pasar de la ignorancia a la incultura y de ahí a la inempleabilidad sin obligar a los alumnos a realizar el penoso trabajo de esforzarse en su propia educación.
Pozo educativo
Sorprende también el contraste entre la insistencia en la transversalidad de los valores cívicos en todas las materias y la nula exigencia en el resto de esas materias, como si estas fueran sólo el vehículo para la enseñanza de los valores morales de los autores de la Ley Celaá.
Nada que objetar, por supuesto, a "la educación para la salud, la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto mutuo y la cooperación entre iguales". Pero el proyecto conocido ayer, por ejemplo, apenas exige que el nivel de español de los alumnos sea "suficiente". ¿Suficiente para qué?
No es una preocupación vana. Si algo han aprendido los españoles es que determinadas administraciones españolas, con la catalana a la cabeza, han convertido sus sistemas educativos en herramientas de adoctrinamiento, tergiversando hasta el paroxismo directrices educativas e incluso sentencias judiciales.
Este no es el currículo, en fin, que sacará a los alumnos españoles del pozo educativo en el que han sido confinados a la fuerza.