La noticia de que el Parlamento portugués ha rechazado los Presupuestos presentados por el socialista António Costa, abriendo la puerta a una posible convocatoria de elecciones anticipadas, coincide en el tiempo con la que hoy publica EL ESPAÑOL: ERC y EH Bildu, socios preferentes del Gobierno, amenazan con presentar este viernes una enmienda a la totalidad de los Presupuestos Generales de PSOE y Unidas Podemos. 

Al fondo de la amenaza de republicanos y aberzales late una evidencia: los Presupuestos del próximo año son los últimos de los que dispondrán ERC y EH Bildu para forzar la mano del Gobierno y obtener de él aquello que desean.

Con la aprobación de estos Presupuestos, Sánchez podrá llegar sin problemas a finales de 2023, la fecha prevista para las próximas elecciones generales. Sin ellos, su proyecto se complicaría e incluso podría obligarle a la convocatoria de elecciones anticipadas

Las reclamaciones de los republicanos son tres. La primera, la obligación de que la nueva ley audiovisual obligue a que las plataformas de streaming como Netflix y HBO emitan un porcentaje determinado de su programación en catalán. La segunda, la transferencia de los trenes de cercanías (Rodalies). La tercera, la garantía de que las inversiones previstas en Cataluña serán ejecutadas al 100% y no en un porcentaje menor. 

Tiempo de crisis

Por parte de EH Bildu no han trascendido reclamaciones concretas, aunque las palabras de Arnaldo Otegi, posteriormente desmentidas por él mismo, en las que parecía condicionar el sí de su formación a la flexibilización de la situación penitenciaria de los 200 presos etarras que siguen en la cárcel indican que los aberzales creen llegado el momento de darle una vuelta de tuerca a la presión sobre Sánchez

El órdago de ERC y EH Bildu llega en un momento de especial debilidad de Pedro Sánchez a raíz del conflicto desatado por Yolanda Díaz en torno a la reforma laboral. Una reforma laboral que la de Unidas Podemos quería gestionar en solitario y que finalmente será tutelada por Nadia Calviño y José Luis Escrivá

El caso portugués no es siquiera remotamente comparable al español, y de hecho está todavía por ver que el presidente portugués, el conservador Marcelo Rebelo da Sousa, disuelva el Parlamento y convoque elecciones generales. Pero rompe esa regla no escrita que aconseja no hacer mudanza en tiempos de crisis. Es decir, no llevar el país a un proceso electoral evitable en plena batalla por la recuperación económica tras la pandemia de Covid-19 y ante la llegada inminente de las ayudas de la UE. 

Pero si los partidos de izquierdas portugueses, cercanos al Partido Socialista, no han dudado en tumbar un gobierno afín y conducir al país a un proceso electoral en el momento menos conveniente posible, ¿qué no podrían hacer los nacionalistas vascos y catalanes, cuyo historial de deslealtad a los distintos gobiernos de la democracia supera con mucho el de cualquier partido portugués?

Por voluntad propia

Pero es la propia debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez, como ya hemos advertido en otros editoriales de EL ESPAÑOL, la que ha conducido al presidente a una posición en la que formaciones minoritarias y radicales pueden permitirse el lujo de amenazar con hacer descarrilar al Gobierno en uno de los momentos más delicados para España y los españoles. 

Y todo, al menos en el caso de ERC, por la exigencia de unas concesiones y transferencias menores, cuando no irrelevantes, que sólo aspiran a demostrar que el voto afirmativo de los republicanos, incluso en asuntos de interés nacional que benefician a todos los españoles, sólo es concedido a cambio de concesiones que demuestren que el Gobierno sigue dependiendo del nacionalismo

Pocos dudan hoy de que los Presupuestos Generales para 2022 serán aprobados en el Parlamento. ¿Cómo podrían justificar ERC y EH Bildu frente a sus electores la negativa a unas cuentas que han sido vendidas como las de mayor gasto público de la historia de la democracia? Pero el espectáculo del sempiterno chantaje nacionalista debería llevar a la reflexión a un PSOE que está en la situación que está por elección propia