La extraordinaria acumulación de tropas rusas en la frontera con Ucrania ha obligado a los ministros de Exteriores de las naciones del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Italia y Reino Unido) a amenazar a Vladímir Putin con "serias consecuencias" si decide invadir el país.
"Instamos a Rusia a desescalar la tensión, a utilizar los canales diplomáticos y a cumplir con los acuerdos firmados en materia de transparencia de actividades militares" han dicho los siete ministros. De acuerdo con su comunicado, las medidas que se adoptarían en caso de que las tropas rusas cruzaran la frontera ucraniana serían de tipo tanto político como económico y "diferentes" a las que se han adoptado hasta ahora.
Aunque los siete ministros reunidos en Liverpool no han concretado en qué consistirían esas medidas, sí han utilizado de forma explícita el término "invasión" para referirse a las posibles intenciones de Rusia.
Efectivamente. La acumulación sin precedentes de hasta 175.000 soldados rusos detectada por los satélites espía, así como la movilización de reservistas por parte de Putin, parecen una señal clara de que Rusia no parece estar preparándose para una escaramuza, sino para una hipotética invasión de Ucrania a gran escala. Las tropas rusas reunidas en la frontera doblan ya cualquier movilización similar del pasado.
Credibilidad rusa bajo mínimos
Moscú ha negado cualquier tipo de intención beligerante contra Ucrania, aunque no ha dado explicaciones convincentes acerca del motivo que ha llevado a concentrar decenas de miles de soldados y de material bélico en la frontera. También ha acusado a los países del G7 de estar empujando a Ucrania a dar "pasos agresivos".
Pero la credibilidad de Putin en Occidente es mínima. El simple hecho de acumular tropas en la frontera con Ucrania, un territorio clave desde un punto de vista político, económico y geoestratégico para Rusia, indica una clara voluntad de llevar la tensión con la UE y la OTAN al límite. Especialmente tras el precedente del intento bielorruso de desestabilizar Polonia mediante una invasión de inmigrantes ilegales procedentes de Irak.
No parece tampoco casual que la presión de Rusia coincida con la crisis energética y la dependencia del gas ruso de varios países europeos, con Alemania a la cabeza.
El gasoducto Nord Stream 2, que transporta gas desde Rusia a Alemania, podría de hecho ser uno de los principales objetivos de las represalias del G7 si Rusia invade Ucrania. Aunque eso dejaría a Alemania, y de rebote al resto de la UE, en una precaria situación económica que podría impedir la recuperación económica tras la Covid.
El eslabón débil europeo
No parece tampoco ajeno a los movimientos de Putin la evidencia de que el nuevo Gobierno alemán, del que forman parte los verdes, parece más reticente que el anterior Ejecutivo de Angela Merkel a la apertura del gasoducto Nord Stream 2, por el que circularía hasta el 15% del gas que llega a Europa.
La amenaza de bloquear el gasoducto tiene, por tanto, una doble cara. En circunstancias normales, esta sería lo suficientemente contundente como para desinflamar cualquier tentación bélica de un Estado canalla cualquiera.
Pero también podría acorralar a Putin e incrementar su agresividad. La estrategia energética europea, que ha privilegiado la ideología (rechazo de la nuclear) en detrimento de la realidad (la incapacidad de las renovables para responder a la demanda), ha colocado a la UE en una situación precaria. Y el presidente ruso podría aprovecharse de ello y condenar a los europeos a un invierno muy largo.
Putin debe ser detenido. Pero Europa es en este conflicto el eslabón más débil y quien tiene más a perder a medio y largo plazo en un hipotético conflicto entre Rusia y Estados Unidos en el campo de batalla de Ucrania. La estrategia de la UE no puede, por tanto, hacer seguidismo a ciegas de un Estados Unidos cuyos principales intereses geoestratégicos están hoy en el Pacífico, y no en Europa del Este. Cooperación y coordinación sí, sumisión no.
Urge por tanto acelerar la creación de un ejército europeo que evite nuestra dependencia de un hermano mayor americano al que Europa cada vez importa menos.