El aumento de un 61% de los casos de Covid-19 en sólo 24 horas, desde los 100.760 del martes a los 161.688 del miércoles hasta una incidencia global en España de 1.775 casos por cada 100.000 habitantes, obliga al Ministerio de Sanidad a adoptar medidas de emergencia frente a una situación de emergencia.
Porque, incluso contando con la escasa letalidad de la variante ómicron, es evidente que un aumento tan significativo de los casos como este derivará en muy serios problemas para el sistema de salud, sobre todo a nivel de asistencia primaria, y ya veremos durante los próximos días si también en las UCI.
A la vista del estratosférico aumento de los casos de Covid, es obvio que Sanidad debe activar una célula de crisis que proporcione información actualizada de la pandemia al menos dos veces al día.
Es del todo punto inaceptable que, en una situación como la actual, los responsables de la gestión de la epidemia, con un Fernando Simón desaparecido en combate (en el sentido más literal posible del término), hagan mutis por el foro durante nada más y nada menos que cuatro días.
Prohibición de eventos masivos
Sanidad y los líderes políticos con responsabilidades en la gestión de la crisis, tanto autonómicos como municipales, deben además prohibir de inmediato cualquier tipo de celebración masiva para fin de año, incluyendo la que está prevista en Sol.
Y no tanto por su impacto sanitario, desde luego no desdeñable, como en virtud de su potencial simbólico. Es decir, como mensaje a una ciudadanía que parece haber perdido la tensión frente a una epidemia que sigue matando a gente a diario (este miércoles, 74 personas).
La delta sigue presente
Es probable que en el aumento de los contagios hayan tenido buena parte de la responsabilidad las fiestas de Nochebuena y Navidad.
Pero el pico de esta sexta ola no se espera hasta dentro de unos días y la posibilidad de que masas de miles de personas se reúnan en macrodiscotecas para la fiesta de Nochevieja se antoja de una frivolidad rayana en la estulticia. Nadie pide un confinamiento masivo o la prohibición de las reuniones familiares, pero sí la de eventos innecesarios como las macrofiestas populares del 31 de diciembre.
Sanidad debe ser consciente de que tensar aún más la atención primaria incrementará muy sensiblemente el riesgo de colapso del sistema. Hay que recordar, además, que el hecho de que la variante dominante sea hoy la ómicron no implica que la variante delta, la más letal, haya desaparecido del escenario.