El apoyo de Yolanda Díaz ha envalentonado al ministro Alberto Garzón, que se ha reafirmado en sus humillantes declaraciones contra el sector ganadero español al diario británico The Guardian.
Garzón ha desmentido también a Isabel Rodríguez. Según la portavoz del Gobierno, las declaraciones de Garzón fueron hechas a título personal y no comprometen por tanto al Ejecutivo. Desmintiendo el desmentido, Garzón le echa un pulso al sector socialista de la coalición, pero sobre todo al presidente del Gobierno.
Porque si esas declaraciones han sido realizadas por Garzón como ministro del Gobierno, entonces es que cabe atribuirlas al Gobierno en pleno. ¿O es que a alguien le entra en la cabeza que unas declaraciones oficiales de Nadia Calviño al Wall Street Journal sobre un tema de especial interés para la economía española no deban ser interpretadas como la opinión oficial del Gobierno al respecto?
Declaraciones oficiales
Más allá del nuevo pulso de Unidas Podemos a Pedro Sánchez, es obvio que las continuas meteduras de pata de Garzón, meteduras de pata que ponen en grave riesgo el futuro de sectores industriales esenciales de la economía española de los que viven cientos de miles de familias, no pueden solventarse, por enésima vez, con otro desmarque de la parte socialista del Gobierno.
Un ministro español no puede pasearse por el mundo saboteando a su propio país. Si las palabras de Garzón hubieran sido pronunciadas por el embajador alemán en Madrid, el Gobierno habría presentado una queja formal y tratado el asunto como lo que es: una agresión de extraordinaria gravedad contra un sector clave de la economía española.
Pero es obvio que el ministro de Consumo no habló con el diario británico The Guardian "a título personal" porque al diario británico The Guardian el ciudadano Alberto Garzón le trae sin cuidado. Si el ministro Garzón ha sido entrevistado por el diario The Guardian ha sido en calidad de ministro español y como voz autorizada del Gobierno en su conjunto.
Y lo que cualquier ciudadano británico o de cualquier otro país que lea la entrevista publicada en el diario The Guardian entenderá es que el Gobierno español afirma que la carne que los productores españoles exportan a otros países es de mala calidad y procede de animales a los que se maltrata en explotaciones industriales contaminantes.
Obsesiones ideológicas
Solventar esta barbaridad, motivada por las obsesiones ideológicas personales del ministro, con un halago genérico al sector ganadero español no soluciona nada. Urge que el Gobierno desautorice de forma contundente y sin lugar a ambigüedad las palabras del ministro de Consumo en el mismo medio en el que este volcó sus insidias.
Alberto Garzón se ha convertido en una amenaza de primer orden para la economía española. Prácticamente no hay sector esencial que no haya sido regado con el napalm verborreico de Garzón a lo largo de estos últimos dos años: los ganaderos, el turismo, la hostelería, la publicidad…
¿Qué ha de ocurrir, en definitiva, para que el pirómano Garzón sea de una vez cesado de todas sus responsabilidades? ¿A qué precio se le mantiene en un puesto para el que está claramente incapacitado personal y profesionalmente y por qué?
Los españoles, y sus bolsillos, no pueden depender de los humores de dos Gobiernos paralelos que funcionan por libre y que pierden buena parte de su tiempo, y del de los ciudadanos, saboteándose el uno al otro y dinamitando sectores clave para la economía española.