El fiasco de la candidatura conjunta para las elecciones andaluzas ha hecho escalar las hostilidades que llevaban tensionando el bloque de la extrema izquierda desde que Yolanda Díaz dio un paso adelante para aglutinar un "frente amplio" de cara a las próximas generales.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la vicepresidenta segunda impuso unilateralmente a la candidata de Izquierda Unida para la coalición Por Andalucía. Lo hizo para acabar con los interminables desencuentros entre Podemos, Más País e IU, y después de que estos dos últimos, por medio de Alberto Garzón e Íñigo Errejón, se conjuraran para arrinconar a los morados y arrebatarle el liderazgo de la candidatura.
Tan enconados fueron los desencuentros entre los tres integrantes de la coalición que las negociaciones se extendieron hasta el último minuto del plazo para registrar las coaliciones. Y tanto apuraron este plazo que finalmente Podemos no pudo remitir a tiempo la documentación necesaria para inscribirse en la confluencia.
La denegación de la entrada de Podemos a Por Andalucía va más allá de la mera torpeza burocrática de los morados. Demuestra que los actores a la izquierda del PSOE ya pugnan abiertamente por la hegemonía en su bloque.
Y, en este clima de demolición de las pretensiones de transversalidad en el frente de la extrema izquierda, el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias ha demostrado que hay silencios que valen más que mil palabras. Preguntado por si estaba dolido con Yolanda Díaz, Iglesias se negó a contestar, con un tono que dejaba entrever su malestar por la intervención de la vicepresidenta en la precampaña andaluza.
Iglesias (que aunque sigue fuera de la política institucional, continúa ejerciendo en los medios como señalador de las directrices programáticas de Podemos) expresó el sentir que ya empieza a ser generalizado entre los de Yolanda Díaz, pero también en Podemos, Izquierda Unida y Más País. Todos temen que la división de las izquierdas en Andalucía sea un preámbulo de lo que le puede suceder al bloque de ultraizquierda en las próximas elecciones generales. ¿El principio del fin de las mayorías del "Gobierno Frankenstein"?
Malos augurios
La coalición Por Andalucía se planteó como un ensayo del "frente amplio" que Yolanda Díaz anunció en febrero. Un "proyecto de país" que pretendía extender a otras autonomías y a nivel nacional, aglutinando a Podemos, Izquierda Unida y Más País.
Pero la exclusión inesperada de Podemos de una coalición que se las prometía felices forzó a los de Díaz a dar un giro de timón al relato.
Y es que es difícil no ver en el naufragio de la candidatura conjunta de estas tres fuerzas un mal presagio de lo que podría ocurrirle al "espacio" de Yolanda Díaz en las próximas elecciones generales si las fuerzas de izquierda siguen enzarzándose en luchas fratricidas y personalistas por el liderazgo.
Quizá la vicepresidenta ha sobreestimado su capacidad para reagrupar a la izquierda andaluza, la más dividida de España. Su inédito viaje al sur dio muestras de su implicación personal y de su pretensión de enfocar la elecciones andaluzas como un laboratorio de su proyecto nacional de recomposición del espacio de la izquierda.
No sorprende por tanto que Díaz (que quiere conservar su capital político como la líder más valorada en la izquierda) se apresurara a desmarcarse de lo ocurrido en Andalucía, argumentando que esa coalición fallida nada tiene que ver con su futuro "frente amplio". La vicepresidenta no quiere que pueda vincularse la incapacidad para entenderse de los partidos de la izquierda andaluza a su proyecto personal. Sabe que de otro modo podría leerse el fiasco de Por Andalucía como un preludio de un eventual naufragio también a nivel nacional.
Lo que está claro es que a Díaz le espera un arduo camino por delante si quiere tener listo su proyecto coral para las generales de 2023 y reeditar la coalición con Pedro Sánchez. De momento, el cainita juego de las sillas que nos han brindado las izquierdas en Andalucía no augura nada bueno para la vicepresidenta.