El rey Felipe VI reivindicó ayer lunes el papel de la OTAN como "espina dorsal de nuestra defensa colectiva" frente a su secretario general Jens Stoltenberg y el presidente del Gobierno durante el acto conmemorativo del 40 aniversario de la entrada de España en la Alianza Atlántica.
La presencia en el acto de Pedro Sánchez y la ausencia de Yolanda Díaz y el resto de ministros de Unidas Podemos ejemplifica el muy distinto camino recorrido por las dos izquierdas existentes en España, la socialdemócrata y la de herencia comunista, tras la llegada de la democracia a nuestro país.
Mientras el PSOE rompió en los años 80 con al menos una parte de su pasado y alentó la entrada de España en la OTAN como paso previo a nuestra integración en la Unión Europea, el comunismo español echó ancla en los viejos prejuicios de los años 60 y 70. Una hoja de ruta a la que esa izquierda sigue aferrada cuarenta años después.
Si algo demuestra el plantón de los ministros de Podemos es que en el Gobierno español mora hoy una izquierda desconectada del mundo en el que vive e ignorante de los riesgos a los que se enfrentan las democracias liberales tanto en el este de Europa como en Extremo Oriente, el norte de África e incluso en Latinoamérica. No de otra manera puede entenderse la amenaza de Podemos de que rechazará un futuro aumento del gasto militar con el argumento de que "la prioridad es el gasto social".
El viejo gen comunista
Que Yolanda Díaz, presunta representante del ala moderada y "con sentido de Estado" de Unidas Podemos, haya dado plantón a la organización que garantiza hoy la seguridad estratégica de España es una falta de respeto a los países amenazados por el expansionismo ruso y prueba de que en ella pesa más el viejo gen comunista que la lealtad a la democracia liberal y sus necesidades geoestratégicas.
Una lealtad que ya quedó en entredicho cuando Podemos se puso a la cabeza de aquellos que frente a la criminal invasión de Ucrania pidieron el cese del envío de armas a la resistencia ucraniana y las cesiones a Vladímir Putin en nombre de un pacifismo que, en la práctica, resulta indistinguible de la ley del más fuerte.
Es prueba, también, de que poco o muy poco diferencia a Yolanda Díaz del resto de ministros de Podemos. De que la desconexión de la realidad de la ministra de Trabajo, y su querencia por los viejos dogmas antiatlantistas de esa izquierda que hizo la transición a la democracia en 1978 en forma, pero no en fondo, la incapacita de forma tajante para responsabilidades superiores a las actuales.
Más ventajas que perjuicios
EL ESPAÑOL desgrana hoy las ventajas que para España ha supuesto la integración en la OTAN. Pero se pueden resumir en una sola: la posición internacional de España sería sensiblemente peor sin dicha integración. Y sólo hay que pensar, para comprenderlo, en cómo podría haber acabado la reciente crisis diplomática con Rabat si España no hubiera estado integrada en la estructura de la Alianza.
Si algo han demostrado los últimos dos años y medio de gobierno de coalición es que los riesgos que representa para los españoles la presencia de un partido como Unidas Podemos en el seno del Ejecutivo son mucho mayores que los que representa la pertenencia a la OTAN. Las responsabilidades de gobierno no son un menú a la carta del que se puedan escoger sólo los postres (las leyes sociales y el foco mediático) y descartar las coles de Bruselas (las obligaciones de una democracia del primer mundo).
Podemos pretende un imposible: ser a la vez revolucionario y partido de gobierno. Sus infantiles pretensiones degradaban el nivel de la vida política española cuando eran oposición. Ahora que son gobierno, ese infantilismo es pagado por los españoles cada vez que nuestro país pierde peso internacional a causa de sus escenificaciones.