La imagen de Francesc, uno de los personajes a medio camino de lo esperpéntico y de lo estrafalario que suelen pulular alrededor de los políticos independentistas durante sus comparecencias públicas, encarándose con los familiares de las víctimas del atentado terrorista de Las Ramblas y espetándoles que él también es una víctima del terrorismo "por catalán" es el mejor resumen posible de lo ocurrido ayer en Barcelona.
Que los independentistas, apoyados por la expresidenta del Parlamento autonómico catalán Laura Borràs, reventaran el minuto de silencio por las víctimas del atentado terrorista del 17 de agosto de 2017 con gritos de "Estado español asesino", "vosotros fascistas sois los terroristas" y "puta España" entraba dentro de lo previsible.
Que se encararan con los familiares de las víctimas por la negativa de estas a sumarse a las teorías conspiranoicas del independentismo (que fabula con una supuesta responsabilidad del CNI y del Gobierno español en los atentados islamistas con el presunto objetivo de reventar el proceso de secesión catalán) indica que este ha perdido ya toda conexión con la realidad, si es que alguna vez la había atesorado.
Discurso en árabe
Los manifestantes han insultado también a los políticos presentes en el acto. Entre ellos, los ministros Miquel Iceta y Raquel Sánchez, la presidenta del Congreso de los Diputados Meritxell Batet, el presidente autonómico catalán Pere Aragonès y la alcaldesa de Barcelona Ada Colau.
No deja de ser chocante también que en el homenaje se dedicara más rato a hablar en árabe que en inglés cuando 15 de las 16 víctimas del atentado eran extranjeras y sus asesinos, marroquíes.
O que la canción escogida para amenizar el acto fuera una de Txarango, un grupo de música fusión más adecuado para una verbena o un mitin de la CUP o de ERC que para un acto solemne como el de ayer.
O que Laura Borràs apareciera con una mariposa amarilla, un símbolo independentista, en un acto que la más elemental cortesía obliga a dejar al margen de luchas partidistas.
Protagonistas de la ceremonia
El resultado fue insultante para los familiares de las víctimas, vergonzoso para sus organizadores y humillante para esa minoría que hizo acto de presencia en él de buena fe. Pero la vergüenza ajena que todos los españoles sienten hoy no puede ocultar la realidad: la Cataluña independentista es una sociedad rota, enferma de cainismo, presa de obsesiones paranoicas y ajena a la más elemental humanidad.
Para organizar "homenajes" provincianos como este, mejor no organizar nada. Si el independentismo es incapaz de respetar el dolor de los familiares de las víctimas del islamismo sin convertirse en protagonista de la ceremonia, que no se invite a esas víctimas. Que los insultos, al menos, no lleguen hasta sus oídos.
Unas víctimas que llegaron a Barcelona para ver como sus anfitriones decían ser más víctimas del terrorismo que ellos mismos. Que les obligaron a escuchar un discurso con palabras en árabe en nombre de un buenismo absolutamente improcedente. Y que vieron como una de las más altas autoridades de la región hasta hace apenas unas semanas se reía de su dolor y lo aprovechaba para apoyar teorías conspiranoicas.
Cuánta razón tenían aquellos que decían que el independentismo catalán no es un problema de Cataluña con España, sino de algunos catalanes con otros catalanes. Y, cabe añadir, también con la democracia, la piedad, la inteligencia y la buena educación.