Rusia tiene un plan claro para que los ucranianos no sobrevivan al invierno: atacar a la economía, a los bienes básicos, dejarlos sin agua ni energía en las semanas con el termómetro por debajo de los cero grados. Asimismo, la muerte de la pequeña Olivia a manos de la madre demuestra que la violencia vicaria no tiene género. Por último, la iniciativa gubernamental para reconocer también a víctimas de la Guerra Civil asesinadas por los republicanos no es sólo adecuada, sino encomiable.
El Holodomor de Vladímir Putin
Vienen advirtiendo las principales autoridades de Ucrania de que los esfuerzos rusos, a las puertas del invierno, están centrándose en las infraestructuras energéticas del país. Los golpes del Kremlin, 251 después de iniciar la hasta ahora infructuosa invasión del país vecino, están siendo sórdidamente efectivos. El alcalde de Kyiv confirmó que el 80% de los habitantes se ha quedado sin agua corriente. Son descorazonadoras las imágenes que llegan de las largas colas, en la capital y otras ciudades, para reunir tanta agua como les resulta posible a la vista de unas semanas que serán decisivas.
Asimismo, casi la mitad de la red eléctrica está dañada en un país donde la supervivencia es imposible en invierno sin calefacción. Todo esto se produce al tiempo que Vladímir Putin ordena la suspensión del acuerdo para la exportación de grano ucraniano, fundamental para decenas de países que pueden caer en períodos de hambruna.
No es la primera vez que Rusia emplea el frío, la sed y el hambre como arma de guerra o para la exterminación de una población. Ucrania no olvida el Holodomor ordenado por Iósif Stalin, relatado por autores como Vasili Grossman o más recientemente por Anne Applebaum, usando igualmente el grano. En 1932, murieron casi cuatro millones de ucranianos. Los que sobrevivieron se alimentaron a base de hierba y cortezas de árbol, de perros y gatos. La historia no puede repetirse. Y, llegado el momento, Putin tendrá que responder por sus crímenes de guerra y los cargos sobradamente documentados de genocidio.
Cuando la violencia vicaria cambia de bando
El asesinato de la pequeña Olivia debe recordarnos que la violencia vicaria puede ser más habitual entre los hombres. Pero no es exclusiva de los hombres. El Observatorio de la Violencia desvela que el 82% de los casos son varones que procuran dolor a sus parejas o exparejas a través de los hijos. Algunos llegan el extremo del homicidio. Ningún español olvidará sucesos tan macabros como el ocurrido recientemente en Tenerife, donde un padre secuestró a sus hijas, de uno y seis años de edad, para arrojarlas mar adentro.
Pero el mal no entiende de géneros. Lo demuestra la tragedia de Eugenio García. Ha perdido a Olivia, de seis años de edad, después de que la madre, en su primer fin de semana juntas y antes de devolverla al padre, la matara con una sobredosis de barbitúricos. No tiene sentido que el feminismo integre la violencia vicaria en sus argumentos arrojadizos, como si sólo se diera en una dirección. No sólo es injusto, sino impreciso.
Sobre la violencia de género, suele apelarse a que la superioridad física e incluso económica o social del hombre hace inverosímil que la mujer la ejerza contra él. Pero ese argumento pierde toda su solidez cuando las víctimas son los niños, tan débiles y tan vulnerables ante el padre como ante la madre.
El lado bueno de la Memoria Democrática
En numerosos editoriales, este periódico criticó con dureza el espíritu revisionista y revanchista que rezuma de la Ley de Memoria Democrática, promulgada por el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, y reivindicó que todas las víctimas de la Guerra Civil merecen el reconocimiento de la democracia. Tan apropiados fueron aquellos reproches, a la vista de los puntos discutibles que contiene la norma, como justo es elogiar que ésta institucionalice el Día de las Víctimas de la Guerra y la Dictadura, celebrado ayer viernes por primera vez.
La respuesta del Estado, sin importancia del partido de gobierno, nunca debe ser el recuerdo exclusivo de la tragedia de un bando, sino de la nación entera. La tragedia de España se concentra en cada vida segada por la furia del odio, el totalitarismo y la ideología. Es digno de alabanza que, en el homenaje, se incluyera a Melquíades Álvarez, expresidente del Congreso de los Diputados que fue asesinado por milicianos del Frente Popular, y a dos exministros conservadores de la República, como José Martínez Velasco o Manuel Rico Avello.
Resulta igual de encomiable que el consenso alcanzado en Madrid, a instancia de Ciudadanos, para conceder una calle a Melquíades Álvarez, y se incorpora a la clase de esfuerzos que conducen a la concordia en lugar de a la división.
*** El Merodeador es el seudónimo colectivo de la sección de Opinión de EL ESPAÑOL integrada por Cristian Campos, Jorge Raya Pons y Víctor Núñez.