Los datos de paro que ayer viernes hicieron públicos los ministerios de Seguridad Social y de Trabajo tienen una doble lectura. La positiva es que España ha superado los 20,8 millones de cotizantes y que 200.411 trabajadores se han afiliado en mayo a la Seguridad Social (un tercio de ellos en el sector de la hostelería).
La negativa es que el paro ha registrado la menor bajada para un mes de mayo desde 2012 y que España sigue siendo líder en paro y en paro juvenil en la UE, por delante incluso de Grecia.
El dato de 200.411 nuevos afiliados debe ser contextualizado. Porque esa cifra es menor que el crecimiento medio de los cinco años anteriores a la pandemia (un 7,4% menor, concretamente) y es también menor que las cifras de 2022 y 2021 (213.643 y 211.923). El incremento, además, se concentra en dos comunidades concretas, Madrid (136.654 afiliados) y Andalucía (73.712), ambas gobernadas por el PP.
Las cifras también pueden ser vistas desde la perspectiva contraria. El paro se ha reducido en mayo en 49.260 personas hasta situarse en los 2.739.110 desempleados, el nivel más bajo desde 2008. España cuenta hoy, además, con 582.676 empleados más que hace un año. "Se trata de un descenso del paro muy positivo en un contexto de contratación de calidad y en máximos históricos tanto de afiliación como de población activa", señalaron ayer desde el Ministerio de Trabajo, encabezado por Yolanda Díaz.
Un análisis ecuánime de las cifras obliga por tanto a valorar el dato neto positivo, pero también el relativo, menos halagüeño. Porque el mercado laboral español se está desacelerando y muestra signos de agotamiento, en parte por una regulación laboral desconectada de la realidad de las empresas de 2023, necesitadas de una flexibilidad mayor que la que permiten las actuales leyes españolas.
Prueba de ello es que 1,6 millones de trabajadores españoles afirman no haber trabajado ni una sola hora si se les pregunta por la semana anterior, algo que parece apuntar al "trabajo fijo discontinuo". Son esos trabajadores que, a pesar de contar como empleados activos, no mantienen actividad alguna.
Debemos recordar también que los datos de paro del mes de mayo se deben, fundamentalmente, a la Semana Santa, la Feria de Abril y las contrataciones de verano.
Si comparamos los meses de mayo de 2023 y 2022 vemos además que mientras el año pasado el paro intermensual bajó en 99.512 trabajadores, este año ha descendido solamente en 49.620. Si comparamos el paro interanual, el salto es todavía más acusado: de los 858.259 de 2022 a los 183.881 de 2023.
Pero desaceleración no es estancamiento y mucho menos retroceso. La buena noticia es que la economía española sigue generando empleo y que lo genera en todos los sectores, en todas las comunidades y tanto entre hombres como entre mujeres.
El paro, en resumen, se sitúa ya en niveles de 2008. Pero la precariedad sigue lastrando el mercado laboral. Porque seis de cada diez nuevos contratos indefinidos son fijos discontinuos o de jornada parcial, algo que hace pensar que el dato en crudo de esos contratos teóricamente "indefinidos" no refleja la realidad. Algo que alienta las críticas de aquellos que afirman que los datos están maquillados. Son críticas como las de FEDEA, que ha afirmado que la reforma laboral del Gobierno ha sido un éxito a la hora de recortar "la temporalidad contractual" pero no "la real".