A diez días de las elecciones generales, Correos ha vuelto a entrar en campaña a propósito del voto postal. Alberto Núñez Feijóo ha pedido este miércoles a los trabajadores de la empresa pública que "con independencia de sus jefes" repartan "todos los votos antes de que venza el plazo".
Muchos han querido creer que de estas palabras se desprende un alentamiento por parte de Feijóo de la idea del pucherazo para el 23-J. Pero sólo a partir de una interpretación torticera se puede sostener que el presidente del PP esté, a la manera trumpista, instigando a los españoles a sospechar de la limpieza del proceso de votación, mediante teorías de la conspiración sobre un hipotético fraude electoral.
Es cierto que en la campaña del 28-M algunos líderes políticos incurrieron en la temeridad de sembrar dudas sobre la fiabilidad del voto por correo. Pero ni siquiera con la más malintencionada de las lecturas se puede considerar que Feijóo estuviera sugiriendo nada más allá de una arenga "a los carteros de España" en el marco de la épica de la campaña electoral.
En cualquier caso, no hay ningún elemento que permita dudar de que Correos está poniendo todos los medios para que la votación transcurra satisfactoriamente y sin incidencias.
De hecho, la empresa pública ha salido al paso del comentario de Feijóo con un comunicado oficial para certificar que "el proceso de voto por correo en España es seguro y garantista". Y ha aportado como prueba de que la entidad se ha preparado para la ocasión la contratación de 19.400 personas de refuerzo, la apertura de un reparto extraordinario y la ampliación del horario de oficina.
Por lo pronto, por tanto, no se puede hablar de ningún colapso en el servicio postal que justifique la inquietud. Sí existe, sin embargo, una cierta alarma ciudadana, pues muchos españoles han solicitado el voto por correo con bastante antelación y aún no lo han recibido. Y el riesgo de no contar con el sobre antes de irse de vacaciones está generando preocupación entre algunos.
Pero deben saber que todavía están dentro de plazo. Aún ni siquiera se ha cerrado la fase de solicitud, que acaba hoy. Y los censos electorales tienen hasta el domingo para remitir a Correos la documentación electoral necesaria para que la empresa de mensajería la haga llegar a su vez a los solicitantes.
No hay motivos pues para dudar de que, como ha asegurado el director adjunto de operaciones de Correos, "todos los ciudadanos que hayan solicitado el voto por correo van a recibir su documentación en plazo para poder ejercer su derecho al voto adecuadamente".
El nerviosismo que esté pudiendo cundir a cuenta del voto por correo responde, en todo caso, a lo anómalo de la convocatoria electoral. Era previsible que carácter urgente e improvisado de la citación en las urnas, su celebración en pleno verano y el volumen de solicitantes iban a ocasionar problemas. Entre ellos, la posibilidad de que se creen cuellos de botella en el servicio postal a la hora de votar.
Pero esto es una responsabilidad política de quien ha convocado las elecciones, y no de Correos, que ha cumplido con su obligación de anticiparse con un contigente especial. El éxito del sistema en todos los procesos electorales anteriores sugiere que este no será excepcional.