La Selección Española Femenina de Fútbol consiguió ayer dos victorias de enorme calado. La primera, deportiva, fue tan épica como emocionante. La segunda, social y cultural, marcará un antes y un después en España.
Con los pronósticos en contra, y frente a las grandes favoritas del Mundial, la Selección Femenina fraguó una victoria muy trabajada y en la que, como en un calco de la final de Johannesburgo en 2010, bastó con un solitario gol de Olga Carmona para decidir el encuentro. La jugadora del Real Madrid tiene ya por tanto un lugar reservado en el panteón del fútbol español junto a Andrés Iniesta.
A aquellos que reniegan del fútbol femenino considerándolo inferior al masculino no les habrá quedado más que rendirse a la evidencia. Descartadas las evidentes diferencias físicas, que nadie niega, la Selección Española Femenina de Fútbol demostró ayer no tener nada que envidiarle a nivel técnico y táctico a los mejores equipos del mundo.
Pero si la victoria deportiva es importante, el triunfo social y cultural que supondrá el Mundial rivalizará en el futuro con el impacto que tuvieron en su momento pioneros del deporte español como Bahamontes en el ciclismo, Santana en el tenis o el propio Real Madrid en el fútbol. No es exagerado decir que habrá un antes y un después para el deporte femenino en España tras esta victoria en el Mundial de Fútbol.
Hasta hace sólo unas décadas, el fútbol era, a diferencia de deportes individuales como el tenis, el atletismo o la gimnasia rítmica y artística, un deporte 100% masculinizado. Y en ocasiones, como sigue ocurriendo en algunos países con el fenómeno de los hooligans, asociado a los peores comportamientos tóxicos masculinos.
Quienes tengan ya una edad recordarán lo difícil que resultaba ver a una mujer en un campo de fútbol. Tan raro era que los periódicos españoles solían dedicar reportajes a las aficionadas al fútbol "que no se pierden ni un partido de su equipo", como si eso no fuera lo normal en miles de aficionados masculinos a los que jamás se habría entrevistado por algo tan banal. La mujer, en fin, ha sido hasta hace muy poco en España un elemento exótico en los campos de fútbol.
Pero todo eso quedó ayer definitivamente en el pasado con la victoria de nuestra Selección. No es aventurado vaticinar que el interés mediático crecerá exponencialmente tras el Mundial, que miles de niñas se sentirán interesadas por primera vez por el fútbol y que muchas de ellas acabarán probando suerte en algunos de los clubes de su ciudad.
Ha acertado la reina Letizia al acudir a la final del Mundial acompañada de la infanta Sofía y se ha equivocado la ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero, al no hacerlo. Debería ser consciente la ministra de que un evento deportivo como el celebrado ayer en Sídney hace más por cambiar la mentalidad de millones de personas que todas las batallas culturales inanes contra enemigos imaginarios a las que su Ministerio ha dedicado cientos de millones de euros durante los últimos cuatro años.
Y un apunte final. Aunque algunos sectores de la sociedad española, especialmente entre el independentismo y Podemos, han intentando politizar la victoria en el Mundial acusando a algunas jugadoras de "traidoras" o intentando de nuevo enfrentar a hombres y mujeres apelando a fantasmales guerras de sexos, lo cierto es que las jugadoras se han mantenido impecablemente al margen de ese tipo de despropósitos que tan sólo pretenden inyectar las peores y más tóxicas costumbres de la política en el fútbol femenino.
Y eso es también una señal de madurez profesional e intelectual que este diario no puede menos que alabar. Ese es el camino que, sin duda alguna, volverá a llevar a esta generación de excelentes profesionales a logros similares en el futuro.