36 horas después de la tentativa de asesinato contra Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP de Cataluña y fundador de Vox, ni el Ministerio del Interior ni las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han ofrecido todavía una explicación fundamentada sobre los motivos y la autoría del atentado.
Oficialmente, todas las hipótesis están abiertas. Vidal-Quadras ha afirmado durante su convalecencia en el hospital que sospecha del régimen de Teherán por su conocido compromiso con la oposición iraní en el exilio. La hipótesis es, desde luego, verosímil dado el historial de un régimen cuyos tentáculos van mucho más allá de sus proxies terroristas de Hamás y Hezbolá en Oriente Próximo.
La hipótesis que sí parece confirmada es la del intento de asesinato por encargo.
Los sicarios que atentaron contra Vidal-Quadras realizaron tareas de seguimiento y quemaron la motocicleta empleada en el ataque en un descampado de Fuenlabrada, lo que es indicio de un modus operandi habitual entre los sicarios que actúan por encargo y que se conocen en el mundillo de la criminalidad como "oficinas de cobro".
La coincidencia del atentado terrorista contra la vida de Vidal-Quadras con la firma de los pactos del PSOE con Junts y el PNV ha opacado, además, el impacto de la noticia.
Pero haría mal el Ministerio de Interior en aprovechar ese opacamiento para desinteresarse por un caso que abre una posibilidad inquietante: la de que un régimen hostil como el iraní haya decidido actuar en España, y en pleno centro de Madrid además, contra aquellos que trabajan por la democratización de Irán.
Y la posibilidad es inquietante no sólo por los vínculos en el pasado del régimen iraní con Podemos, un partido que sigue formando parte del Gobierno. Sino también porque a esa presunta infiltración de Teherán se suma también la realidad de Cataluña como centro de reclutamiento yihadista, la creciente tensión en el Sahel (España es la primera "frontera" de Europa contra el terrorismo islamista africano) y la conexión del independentismo catalán con el Kremlin, obviamente interesado en la desestabilización de las democracias europeas a través de escenarios de guerra asimétrica como los del procés.
Es por ello por lo que el Ministerio del Interior debe aclarar lo antes posible si el atentado contra Vidal-Quadras ha sido ordenado por un régimen enemigo de Occidente y de las democracias occidentales como el iraní o es fruto de cualquier otro motivo sobre el que, en estos momentos, sólo cabe especular. España no necesita hoy, desde luego, un solo motivo más para la incertidumbre y la inestabilidad.