De todos es sabido que Santiago Abascal ha hecho del insulto y la provocación incendiaria su estilo político. Pero las declaraciones del presidente de Vox en una entrevista en el periódico argentino Clarín este domingo han cruzado peligrosamente una línea roja intolerable.
Abascal ha vaticinado que "habrá un momento dado" en que "el pueblo querrá colgar a Sánchez de los pies".
Estas impresiones van mucho más allá del terreno de la crítica habitual a un rival político, por bronca e inflamada que pueda llegar a ser.
Y no sólo porque traza una analogía insostenible y aberrante entre un presidente legítimo y un dictador totalitario. A nadie se le escapa que la referencia remite a la ejecución y posterior exhibición pública boca abajo del cadáver de Benito Mussolini por los partisanos comunistas.
Esta barbaridad entra en el terreno de la infamia porque supone una amenaza al presidente del Gobierno y una instigación a la violencia política que no tiene cabida en un sistema democrático.
Queda probado una vez más que en los momentos en los que Sánchez se encuentra más cercado por el escrutinio público, Vox viene en auxilio del presidente, avalando su insostenible política del "muro" contra la mitad de los españoles.
Pese a ello, y aunque los socialistas lo hayan empleado para cargar contra Feijóo por su supuesta "complicidad", el escándalo con el que se ha respondido desde las filas del PSOE a las biliosas palabras de Abascal está justificado.
Por eso es un acierto que el propio Feijóo haya condenado el "lamentable" agravio de Abascal, desmarcándose de su infamia y asegurando que "no comparte las declaraciones" del líder de Vox.
Pero el PP debe ir más allá e instar al líder de Vox a retractarse y poner entretanto en cuarentena sus pactos de gobierno autonómicos y municipales.