La llegada a algunas playas gallegas de miles de pellets, pequeños gránulos de plástico blanco utilizados en la fabricación de productos de ese material, ha pasado en las últimas horas de problema medioambiental a problema político de primer orden.
Los pellets viajaban a bordo de un buque que navegaba cerca de Viana do Castelo, en Portugal. La caída de algunos contenedores al mar el 8 de diciembre provocó el derrame de 26.500 kilos de pellets distribuidos en más de 1.000 sacos de 25 kilos cada uno.
No todos los sacos han reventado y no todos los pellets han sido transportados por las corrientes hasta las playas gallegas, pero la similitud superficial con el vertido del Prestige ha servido para que algunos en la izquierda hayan querido aprovechar el accidente para hacer campaña con la vista puesta en las futuras elecciones gallegas.
Es el caso del BNG, cuya portavoz y candidata a la presidencia de la Xunta, Ana Pontón, ha acusado al PP de "repetir el mismo modus operandi del Prestige: intentando ocultarlo y manipularlo a través de la TVG".
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha anunciado por su parte que Sumar se está planteando denunciar a la Xunta de Galicia por "inacción".
El candidato socialista a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, también ha relacionado el vertido de pellets con el Prestige y ha acusado al presidente autonómico gallego, Alfonso Rueda, de "mentir". "No voy a permitir que Rueda repita los errores que tanto nos costaron a los gallegos".
Por su parte, la vicepresidenta de la Xunta y consejera de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, ha descartado elevar al nivel 2 (el que permitiría la intervención del Gobierno) la emergencia por contaminación marina. "Las bolas no son tóxicas ni peligrosas", ha añadido Vázquez, "aunque hay que quitarlas de los arenales".
Aunque los pellets no implican un riesgo tóxico o de cualquier otro tipo para los seres humanos, sí podrían suponerlo para la fauna marina, dado su pequeño tamaño.
Y aunque no hay pruebas de que esas pequeñas bolas de plástico del tamaño de una lenteja se hayan filtrado en la cadena alimentaria, la prudencia aconseja implantar los controles necesarios para evitar que eso suceda.
Pero la prudencia, y la necesaria labor de limpieza de las playas, que en este caso le corresponde a la Xunta de Galicia, no debe llevar a comparar el vertido de los pellets con una catástrofe como la del hundimiento del Prestige, que supuso el vertido de 60.000 toneladas de fuel a lo largo de 2.000 kilómetros de la costa española y portuguesa.
EL ESPAÑOL pide a los cargos públicos españoles no caer en la tentación del tremendismo. Por muy golosa que sea la tentación de utilizar un accidente como este para traer de vuelta a la memoria de los gallegos el trauma del Prestige, especialmente a las puertas de unas elecciones autonómicas, una elemental cautela exige de los políticos el máximo rigor en sus manifestaciones públicas. De ellos esperamos soluciones, no llamadas a la histeria y admoniciones apocalípticas infundadas.