Aunque, nominalmente la de este sábado ha sido la jornada de reflexión, el día en el que la ley quiere salvaguardar la libre decisión de los electores se ha visto inevitablemente contaminado por la proliferación de "encuestas secretas". Tampoco han dejado de circular los trackings internos actualizados cada 24 horas, pese a que, en principio, está prohibida desde el lunes "la publicación y difusión o reproducción de sondeos electorales por cualquier medio de comunicación".

Los periódicos han encontrado estratagemas para burlar este ilógico y obsoleto veto "durante los cinco días anteriores al de la votación" que establece la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG). El viernes, tanto elnacional.cat como El Periódico de Cataluña referenciaron indirectamente los últimos sondeos antes de las elecciones de este domingo, si bien únicamente enlazando desde sus portales estas "encuestas secretas".

elnacional.cat recoge la proyección de voto y escaños publicada por el Diario de Andorra, a partir del tracking elaborado por el Institut Feedback, y que estima prácticamente un empate en escaños entre PSC y Junts. 

El Periódico de Cataluña, por su parte, se ha hecho eco de la última entrega de la encuesta diaria publicada a lo largo de esta semana por el australiano The Adelaide Review, a partir del tracking elaborado por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública, que pronostica una ventaja de Salvador Illa sobre Carles Puigdemont de hasta 10 escaños.

Puigdemont empata en Andorra e Illa arrasa en Australia. No por azar la cabecera más afín al ex president ha venido cebando la sugerencia de que ha recortado las distancias con Illa. Y el diario con una línea editorial más cercana al PSC ha trasladado la idea de que Illa ha aumentado su distancia respecto a Puigdemont en los últimos días.

De modo que una jornada en la que se prohíbe hacer campaña electoral y publicar sondeos para no interferir en el sentido del voto ha acabado estando marcada por una guerra de encuestas clandestinas que, al arrojar escenarios diferentes, influirán de alguna forma en el resultado final, decantando una de las dos opciones.

Este tipo de situaciones delatan que el veto de la LOREG es una impostura.

Teóricamente, la Junta Electoral Central podría perseguir a quienes difunden ilegalmente estos sondeos. Si no lo hace, es porque es consciente de que es imposible acotar el campo de internet ni la proliferación via boca a boca. En las redes sociales se propagan cada vez más las estimaciones de la última semana de campaña, que pueden seguir siendo conocidas aun con disfraces y circunloquios para sortear la prohibición.

En este caso, el absurdo es aún mayor en la medida en que la LOREG acaba logrando el efecto contrario del pretendido. El secretismo excita el morbo y atrae el interés de los ciudadanos en los últimos seguimientos. De tal forma que las encuestas prohibidas acaban teniendo más influencia que las permitidas.

Esta prohibición no sólo constituye una anomalía en comparación con la mayoría de países, que no impiden a los medios publicar encuestas hasta la víspera de las elecciones (con el añadido, en el caso español, de que el instituto demoscópico público, el CIS, contribuye a su vez a embarrar el campo de juego con sus encuestas flash).

También supone una notable injusticia, dado que la prohibición no rige para los partidos políticos. Sólo se proscribe la publicación de los sondeos, pero no su realización. De modo que los partidos pueden contar con información actualizada sobre los últimos compases de la campaña que se le hurta al resto de ciudadanos.

Los partidos, grandes y pequeños, deberían ponerse de acuerdo para cambiar la LOREG. Es cierto que la ley electoral es una de las que propicia desincentivos más fuertes para ser reformada, puesto que es preferible para los partidos el statu quo que una alteración que pueda beneficiar a uno frente a otro. Pero una adaptación a la nueva era digital, en la que el veto a la difusión de sondeos ha quedado desfasada, sí está en el interés de todos.

Si no se cambia esta provisión de la LOREG, lo que habrá que cambiar entonces es el nombre de la "jornada de reflexión", que habrá perdido todo su sentido.