La Comisión Europea ha publicado esta semana un informe sobre el estado de la economía española acompañado de recomendaciones de políticas públicas para abordar los principales problemas que obstaculizan el crecimiento de la productividad, la gran asignatura pendiente de nuestro país.
El hecho de que España crezca a un mayor ritmo que la Eurozona desde hace dos años suele aducirse como prueba de que "la economía española va como un cohete", según la expresión empleada recientemente por el presidente del Gobierno.
Pero lo cierto es que nuestro país sigue sin ser capaz de reducir la brecha respecto a la media de la zona euro en riqueza por habitante. Los españoles tienen ahora la misma renta per cápita que en 1996 en comparación con el promedio europeo. El PIB per cápita ha crecido un 3,4% en 16 años, 5,5 puntos menos que la eurozona, lo que significa que los españoles son cada vez más pobres frente a sus pares europeos.
El principal factor explicativo de esta incapacidad para la convergencia con Europa es el estancamiento de la productividad desde los años 90, una "debilidad endémica" de la economía española según la Comisión. Desde 2005, la productividad laboral por hora trabajada no se ha acercado al promedio de la UE.
El informe cita varias barreras que lastran el escaso crecimiento de la productividad, como la disminución de la inversión total, el exceso de trabas burocráticas y el deterioro de la eficacia de la Administración, el pequeño tamaño de las empresas españolas, la insuficiente inversión en I+D, la mejorable formación de nuestros trabajadores o la tasa de paro, que sigue siendo la más alta de la UE y duplica la media comunitaria.
La Comisión se ocupa expresamente de las ineficiencias que plantea la estructura territorial española. Ha señalado que "sigue habiendo una fragmentación persistente, principalmente debido a obstáculos regulatorios que dificultan la libre circulación de bienes y servicios en todo el país". Y ha recordado que "mejorar el funcionamiento del mercado interior español sigue siendo un desafío".
El Gobierno, que está estudiando nuevas fórmulas de privilegios fiscales para Cataluña en detrimento del resto de Comunidades Autónomas, haría bien en tomar nota del recordatorio de la UE sobre la necesidad de unificar el mercado interno.
El Ejecutivo comunitario muestra preocupación ante el hecho de que "las disparidades regionales en España siguen siendo altas y la mayoría de las regiones se están alejando del PIB per cápita promedio de la UE". Aunque muchas de ellas tienen una renta por habitante y una productividad menores que la media europea, algunas lo sufren más intensamente que otras. El informe llega a decir que comunidades como Baleares, La Rioja y Canarias se encuentran en una "trampa de desarrollo desde hace 15 años".
Sólo Madrid, País Vasco y Cataluña puntúan por encima del promedio de la Eurozona en términos de competitividad, mientras que las que más se alejan son Andalucía, Extremadura y Canarias. Esta apreciación demuestra que no es Cataluña el territorio español más desfavorecido y que por tanto merece las mayores atenciones, sino precisamente aquellos que se verían perjudicados por una financiación a la carta para esta región.
La Comisión avisa de que "la convergencia social al alza y la cohesión territorial son necesarias para garantizar una competitividad sostenible en todo el país". Seguir ahondando en la fragmentación hará que no sólo se queden atrás las comunidades más afectadas por las desigualdades regionales: la economía española en su conjunto seguirá alejándose de la de sus socios europeos.