Con su conversación de este domingo con EL ESPAÑOL, se constata una vez más que la trascendencia de la figura de José Andrés va mucho más allá de su condición de chef más famoso del mundo. Porque sus lecciones trascienden el ámbito de lo gastronómico.

Su planteamiento del fenómeno culinario tiene rendimientos sociales y políticos, y se condensa en la idea de que "el hambre nos une a todos". Tanto cuando escasea como cuando se consume por placer, la comida nos iguala sin hacer acepción de ideologías.

Y en consonancia con esta idea de una mesa a la que todos están invitados a sentarse, el español más universal ejerce también de embajador de la concordia. En su entrevista ha lanzado un lúcido alegato contra los bloques, una reivindicación de la unidad en su diversidad de España, y un elogio de la cultura consensual de la Transición.

Pero el aspecto más relevante de José Andrés es que su espíritu ecuménico no se agota en un activismo retórico, sino que predica la solidaridad con el ejemplo. La prueba más elocuente es la actividad de su ONG World Central Kitchen (WCK) este 2024 igual en Ucrania, que en Gaza, que en Valencia, sin importarle el contexto político.

Y esta labor de preparación y reparto inmediato de raciones, en territorios afectados por los desastres naturales o las crisis humanitarias, no está exenta de riesgos.

En Ucrania, donde José Andrés y WCK han estado cocinando millones de comidas y distribuyendo kits de alimentos desde los primeros días de la guerra, un misil ruso destrozó en junio de 2022 un vagón lleno de comida de la organización humanitaria.

Y en Gaza, un bombardeo del ejército israelí mató en abril a siete trabajadores del WCK que prestaban ayuda en la Franja, y un dron israelí a otros tres el pasado noviembre.

La red global de cooperantes capitaneados por el chef asturiano ha prestado, desde su fundación en 2010, asistencia alimentaria a millones de personas en más de 30 países. En 2024 ha provisto a comunidades de 20 países con 109 millones de menús.

Entre ellos, España. Porque la organización de José Andrés estuvo presente en la zona cero de la DANA desde el mismo día 29. Y en cincuenta días de actividad, por medio de 15.000 voluntarios, ha repartido 6 millones de comidas y ha ayudado a reactivar 35 negocios locales afectados por la riada.

Quien fuera candidato al Nobel de la Paz es la prueba viviente del uso edificante y nutritivo que se le puede dar a la influencia. Su voz adquiere aún más preponderancia tras la tragedia de Valencia, de la cual el chef ha llamado a aprender para refinar la gestión de las catástrofes.

Pero que la sociedad civil sea capaz de asumir más tareas de planificación e intervención en las emergencias requiere una normalización del fenómeno de las donaciones, mucho más vigoroso en el Estados Unidos donde reside el chef. En España no se ha desarrollado suficientemente la cultura de la filantropía, y el ejemplo de José Andrés será un valioso acicate para alimentarla.