La falta de humanidad, educación y sentido institucional de los diputados de Podemos en la muerte de Rita Barberá es prácticamente inédita en la historia política española. El acuerdo para alguna forma de reconocimiento o recuerdo ha prevalecido en gran medida en la desaparición de los políticos más señalados en la historia contemporánea de España, aunque sea por lo que ha señalado Juan Carlos Girauta: “Esto es lo que se hace entre seres humanos civilizados". Solamente se ha roto el gesto en dos casos señalados: en el de Manuel Fraga, boicoteado por los grupúsculos de extrema izquierda y los independentistas, y en el reciente de Barberá, y sólo por los populistas socialistas del Congreso de los Diputados.
Los grandes personajes de nuestra historia, ligados de una manera u otra con la libertad, han sido siempre reconocidos por sus adversarios y las instituciones; y eso sin contar los magnicidios, donde la condena ha sido completa. Había otro sentido de Estado, otra educación. El rechazo o el silencio sólo se manifestaba hacia los enemigos de las libertades o de la patria. Cuando murió Agustín de Argüelles en 1844, padre de las constituciones de 1812 y 1837, ministro, tutor de Isabel II, y líder del Partido Progresista, todos los políticos, incluidos los que fueron sus adversarios, lamentaron la pérdida. En un periódico podía leerse: "La generación joven, a quien todos los días se la acusa de ingratitud, no olvidará sus esfuerzos y patriotismo, como los de otros patricios distinguidos, a quien debe la España su libertad y su independencia".
A principios del siglo veinte todavía existía la concepción de los políticos como glorias de la patria
Otro tanto sucedió a la muerte de Antonio de los Ríos Rosas, en noviembre de 1873, que había sido fundador del Partido Moderado y luego cerebro de la Unión Liberal de O`Donnell, opositor a las dictaduras de Espartero y Narváez, así como ministro y presidente del Congreso en varias ocasiones. Al final de sus días, elaboró la fórmula de la monarquía democrática para Amadeo de Saboya, y a la marcha de éste, se hizo republicano. Fue el gobierno de Emilio Castelar el que costeó el entierro y el funeral, con el aplauso de todos los partidos, al considerarlo un “grande hombre” de la patria.
La desaparición del republicano Emilio Castelar en 1899 produjo una conmoción general. Todos los diputados lloraron su pérdida, y el funeral se hizo a las puertas del Congreso con mayoría monárquica aplastante. En 1905, la comisión de gobierno interior de la Cámara baja decidió colocar en sus salas los retratos de Francisco Silvela, monárquico conservador fallecido ese año, y de Francisco Pi y Margall, republicano, socialista y federal, muerto en 1901, al objeto de “honrar su memoria”. Existía entonces la convicción de que eran glorias de la patria, con independencia de su filiación política.
A la muerte de Santiago Carrillo el Congreso, con mayoría absoluta del PP, rompió en aplausos
Más recientemente, se hicieron homenajes institucionales a Adolfo Suárez, fallecido en 2014, y a Leopoldo Calvo Sotelo, que desapareció en 2008, presidentes del Gobierno y artífices de la Transición, así como a Gabriel Cisneros, Padre la Constitución, diputado de UCD y luego del PP al que intentó matar un grupo de etarras en 1979. En este último caso, los honores los presidió el socialista Manuel Marín, presidente de la Cámara, junto a Carmen Calvo y Celia Villalobos. Incluso se instaló el velatorio en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.
El pleno del Congreso también rindió homenaje a Santiago Carrillo, dirigente histórico del PCE, que falleció en 2012, a pesar de su oscuro pasado durante la Guerra Civil; no en vano dirigió Orden Público en Madrid, y bajo su mandato se produjo la matanza de Paracuellos, entre otras. Sin embargo, Carrillo fue útil a la democracia durante la Transición. A su muerte, se leyó una declaración institucional en su memoria que terminó con un aplauso en pie de toda una Cámara con mayoría absoluta del PP. Alberto Garzón, diputado entonces de IU, envió en aquella ocasión su pésame a la familia de Carrillo destacando su “compromiso con la clase trabajadora”.
Con el fallecimiento de Gregorio Peces-Barba Rajoy afirmó que fue una "insustituible figura" de la Transición
Unos meses antes había muerto Manuel Fraga, ministro con el dictador Franco, Padre de la Constitución, y fundador del PP. Jesús Posada, presidente del Congreso en esa época, anunció a los portavoces de los grupos que iba a leer una declaración institucional en su memoria. En cuanto Posada tomó la palabra, los diputados de IU, ERC, BNG, Ge-Bai, Compromís y PNV salieron del hemiciclo. Alfred Bosch, portavoz de Esquerra Republicana, dijo entonces: “Sorprende que se haga un homenaje excepcional cuando otras figuras de larga tradición democrática no han tenido este tipo de homenajes”, lo que no era cierto. En el minuto de silencio en respeto a la muerte de Rita Barberá, Gabriel Rufián, sin embargo, no ha cometido el mismo error, y ha tenido un comportamiento honorable.
A la muerte de Gregorio Peces-Barba, otro de los Padres de la Constitución, y figura prominente del PSOE, Rajoy, presidente del gobierno, dijo que era un “hombre ejemplar” e “insustituible figura” de la Transición. Y Jesús Posada, como presidente del Congreso, leyó el mismo 24 de julio de 2012 unas palabras en su memoria y se guardó un minuto de silencio. No fue menos cuando falleció Jordi Solé Tura, comunista, constituyente y antinacionalista. Miquel Roca dijo entonces que había representado "la izquierda más progresista y la etapa más activa de la resistencia". El homenaje del Congreso fue unánime, y se guardó un minuto de silencio.
La Cámara baja no homenajeó a José Antonio Labordeta, pero enmendó el error con el reconocimiento a Txiki Benegas
La controversia más mediática fue por el homenaje a José Antonio Labordeta, que fue diputado entre 2000 y 2008. Al fallecer dos años después, Gaspar Llamazares hizo un llamamiento a la Cámara baja a tributar un recuerdo al aragonés. Todo el Congreso, con mayoría del PSOE, se levantó para aplaudir. José Bono, su presidente, comunicó que la Junta de Portavoces había decidido no guardar un minuto de silencio porque no se había hecho lo mismo con otros parlamentarios.
Este error se corrigió con Txiki Benegas, diputado desde 1977 hasta su muerte, acaecida en 2015, jefe del socialismo vasco, quien recibió un homenaje del Congreso a las pocas horas de su fallecimiento. Jesús Posada dijo, ante la mayoría absoluta del PP y con Pedro Sánchez entonces jefe de la oposición, que el socialista había sido “un gran político, comprometido y responsable”, tras lo que le dedicaron un minuto de silencio.
*** Jorge Vilches es profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense.