Por fin se produjo el hecho biológico que millones de cubanos esperaban. Eso sí, tarde y mal para las muchas víctimas que murieron antes que él. Tarde porque murió en su cama sin que se juzgaran sus crímenes, y mal porque dicen que deja un sucesor tan sanguinario como longevo.
No guardaré un minuto de silencio por Fidel Castro, sí por todos a los que asesinó, robó y les obligó a huir de una isla que convirtió en su finca. A los creyentes les quedará el consuelo de que allá donde esté su carcelero ya no podrá esconder sus crímenes. Lo sé, no podemos saber qué ocurrirá en Cuba desde esté sábado, pero no será peor de lo que ya ocurrió.
Llegó a La Habana prometiendo libertad y justicia cinco minutos antes de multiplicar las cárceles, la tortura, el destierro y la miserias
Por una vez es verdad, ya no se confunden los deseos con la realidad, ya no corre por la Isla el caballo más cruel que en mal día llegó a La Habana prometiendo libertad y justicia cinco minutos antes de multiplicar las cárceles, los juicios sin garantías, la tortura, el destierro, la miseria y la peor de las patrañas.
Como millones de cubanos crecí temiéndole, sin embargo, tuve la suerte que a otros se les negó, no fui pionero comunista. Mis padres –a los que Fidel robó lo poco que tenían– no lo consintieron a pesar de que eso me marcó para mal en la escuela de la trola y la propaganda. Hoy se lo agradezco. Sólo ellos saben cómo se lo agradezco. No aplaudí al miedo, no me venció la patraña y aprendí a valorar la libertad.
Muchos, especialmente en España, se retratarán para siempre y hablarán de la muerte de un defensor de los pobres
Quiera Dios que fuera del tiempo y del espacio se enfrente a una comisión de la verdad. Tal vez, después de reconocer lo que hizo alcance la piedad que negó a sus víctimas. Vamos a ver qué dicen ahora todos los que justifican sus crímenes. Probablemente se convocará a un gran velorio, la penúltima farsa. Muchos, especialmente en España, se retratarán para siempre y hablarán de la muerte de un defensor de los pobres. Y no será más que una nueva patraña. Ya pueden perder toda esperanza, hoy estamos más cerca de que en Cuba se acabe su diversión. Murió el carcelero mayor, y al menor, por mucho que le quede, no será mucho. Está mayor. Y desde esta madrugada mucho más solo.
*** Víctor Llano es periodista.