Charo está inquieta. Recostada en su cama de la cuarta planta, espera que alguien le diga cómo ha ido la cosa. La operación ha demostrado una carcinomatosis peritoneal, una recaída de su cáncer gástrico operado hace menos de un año. Nos conocemos bien y es difícil evitar que sepa, nada más mirarme, que las noticias no son buenas.
Ninguno de los dos lo sabemos, pero ese día va a cambiar para siempre nuestras vidas. Ella comenzará a despedirse y yo aprenderé de ella unas cuantas lecciones sobre el amor, la compasión y la vida. Lecciones que nunca olvidaré. Este viernes en el Congreso he recordado esos días. Los he recordado mientras hablaba con las asociaciones de pacientes y los miembros de la sociedad de cuidados paliativos que han acudido a ser los primeros en conocer nuestras propuestas.
El texto presentado por Ciudadanos representa uno de los mensajes esenciales del partido, la igualdad de todos ante la ley
Hemos presentado la primera ley de Ciudadanos en el ámbito de la salud. Mi primera ley como portavoz de sanidad. Registrar una proposición de ley en el Congreso es un momento especial para quienes creemos que el Parlamento es el templo donde el pueblo español decide, a través de sus representantes, cómo quiere tratarse a sí mismo.
Por eso era muy importante, para nosotros como partido y para mí como médico, que ésta fuera nuestra primera ley. Porque representa a la perfección uno de los mensajes esenciales de Ciudadanos: la igualdad de todos ante la ley. La igualdad, también, en el momento más duro y difícil, el momento del adiós. Una ley que nos asegura que todos seremos acompañados, que nuestros deseos serán respetados. Una ley que pretende que al dolor de la despedida no será necesario añadir el sufrimiento físico inútil, que nadie prolongará nuestra agonía. Veinticinco folios y cuatro títulos, además de las disposiciones adicionales, que recogen mucho de lo ya legislado en nuestras comunidades y mucho de lo ya recogido en la jurisprudencia. Hay también un esfuerzo de compilación y de síntesis de lo que ya es una práctica habitual en nuestros centros.
El debate de la muerte digna se debe afrontar con el arma más potente de la medicina: la compasión
Pero he de confesarles que también hay algo más en esas páginas. Esas líneas recogen mucho de lo que Charo, y tantos otros -Luz, María Isabel, Miguel-, me enseñaron en aquellos días: la dignidad de vivir hasta el último día, la importancia de sentirse escuchado, la inutilidad del dolor, la diferencia entre buscar la muerte y aceptarla. Aceptarla sin dejarse arrastrar por la a veces inútil pelea de quienes nos resistimos a nuestro irremediable fracaso profesional. Está también en esos folios la imprescindible necesidad de poder coger la mano de los tuyos, la profunda humanidad de esos momentos que nos colocan, a la vez, ante nuestra pequeñez y nuestra gloria.
Veintiocho artículos, cinco disposiciones adicionales y tres finales que esperan de nosotros, del legislador y de la sociedad a la que representamos, que nos acerquemos a ellos sin apriorismo ni sectarismo. Que los veamos sin afán ventajista. Espero que todos enfrentemos este debate con el arma más potente de la medicina: la compasión.
La muerte es un tránsito que da sentido y profundidad a nuestra existencia, pues sólo lo limitado tiene valor
Desgraciadamente, las reacciones de primera hora no hacían presagiar nada bueno. No pasaron ni cinco horas de su registro -escasamente tres desde la nota de prensa- y algunos medios ya titulaban cosas como: "Ciudadanos plantea una ley para excluir del SNS a los médicos que impidan la muerte digna". Curiosa manera de señalar que la ley incluye, como todas, una clasificación de faltas para aquellos que incumplan los derechos y deberes que la misma recoge. La sanción no depende de la ley, ni la plantea Ciudadanos, pero ¿qué más da? Otro titulaba: "Ciudadanos presenta una ley para garantizar la eutanasia en España". Dicha palabra, simplemente, no se recoge en la ley.
Qué difícil es a veces en este país enfrentarnos a la muerte sin agitar fantasmas. La muerte no es digna ni indigna, es simplemente un tránsito obligado por nuestra condición. Un tránsito que da sentido y profundidad a nuestra existencia, pues sólo lo limitado tiene valor. Es esa limitación la que exige de nosotros que valoremos cada día de nuestra existencia como una oportunidad de hacer mejor la de los demás. Una oportunidad para el abrazo y la compasión.
La dignidad no está en cómo morimos. La dignidad está en cómo vivimos, hasta el último de nuestros días. Lean la propuesta con calma y no encontrarán en ella sino el deseo de ofrecer a nuestros ciudadanos los mejores cuidados y la necesidad de respetar su voluntad y su derecho a la libertad. En esas hojas impresas sólo hay una propuesta de misericordia.
Para Charo y sus hijos, a quienes nunca olvidaré.
*** Francisco Igea es diputado de Ciudadanos y portavoz de sanidad en el Congreso.