Que en el periodismo no todo está perdido lo acredita la información que hace días puso contra las cuerdas al presidente Trump en Estados Unidos. Fue publicada en las páginas del Washington Post, el de Woodward y Bernstein, el de Ben Bradlee y el de Katharine Graham, el del caso Watergate. Es el mismo periódico que recientemente compró Jeff Bezos, fundador de Amazon. Aquello hubo quien lo vio como una tragedia. Puede que Bezos no sepa nada de lo que son las cinco w’s o la pirámide invertida, pero sí sabe cómo hacer negocios, incluso con un periódico, lo cual tiene su mérito. Aquí la prueba. El titular de la noticia era: “Sessions se reunió dos veces con el enviado ruso, encuentros que luego no reveló”.
Jeff Sessions es el fiscal general del Estado nombrado por Trump. Se reunió en dos ocasiones con el embajador ruso durante la campaña y lo negó en la ceremonia de su toma de posesión ante el Senado. En Estados Unidos mentir es una cosa muy seria. Y mentir sobre los contactos con los rusos, más. Reunirse con el mismo ruso que Sessions y después ocultarlo le costó el puesto al asesor en seguridad nacional de Trump, el general Michael Flynn. Por eso la noticia del Post, apuntando ahora a todo un fiscal general, no era poca cosa.
Me la mandó un compañero periodista por WhatsApp y la leí en el móvil. Otra prueba más de que el periodismo de verdad no depende ya del formato. Son más de 30 párrafos de información, sin literatura de más, apenas hay adjetivos. Cuando hay material, sobran las alharacas. En el texto se insertan vídeos que contextualizan los datos y agilizan la lectura. La noticia fue recogida por todos los medios de información del planeta con su correspondiente enlace a la original. Imaginen cuántos videos de gatitos hacen falta para igualar los clicks que le habrá generado al Post esa apuesta por la información de calidad.
Para las noticias de verdad hace falta una buena fuente que te ponga en pista, tiempo y más fuentes para contrastar
Va firmada por tres redactores y al final del texto se agradece su colaboración a otros tres compañeros más. Es decir, seis periodistas de una redacción implicados en una noticia. Si en muchos medios es difícil encontrar seis periodistas en una sección, imaginen seis periodistas trabajando en un mismo tema. Un lujo prohibitivo para muchos.
Sin embargo, casos como este ponen de relieve que para llegar a los grandes temas, los que de verdad ponen al sistema patas arriba, es necesario sortear varias fortalezas. Y eso es muy difícil cuando uno va solo. Toca ser humilde y apoyarse en compañeros, en sus fuentes, en su experiencia. Cuantas más llaves se tengan, más factible será abrir todas las puertas de la fortaleza en la que el sistema esconde sus vergüenzas.
La información del Post es una reivindicación de la noticia como género en sí. Al principio era la noticia. Esto que suena a lección coñazo de primero de Facultad, nunca está de más recordarlo. Para que haya un editorial, tiene que haber antes una noticia. Para que haya una tertulia con cuatro todólogos divagando, hace falta una noticia. Hasta el meme precisa de la noticia. Y para las noticias de verdad hace falta una buena fuente que te ponga en la pista de algo, tiempo para trabajar bien y más fuentes para poder contrastarla. Y donde no lleguen las fuentes, humildad y trabajo como muestra de honestidad con los lectores.
La victoria de Trump tiene mucho que ver con la postverdad: la verdad no importanta tanto como las emociones
Citar la fuente es una señal de transparencia, algo así como la matrícula de la información. En el caso de la noticia del Post, los periodistas aluden a un funcionario del Departamento de Justicia. Pero hay más. Cuando Sessions tuvo sus encuentros con el embajador ruso, integraba como senador el Comité de Servicios Armados del Senado. Anteponiéndose a la más que previsible respuesta, los periodistas del Post se pusieron en contacto con todos y cada uno de los miembros del citado Comité. Un total de 25. Uno a uno fueron preguntando si, en virtud de su cargo, habían tenido contacto con el embajador ruso. De los 20 que se prestaron a responder, todos dijeron que no. Tiempo, paciencia, trabajo y humildad y un fiscal general en entredicho.
La victoria de Trump en Estados Unidos tiene mucho que ver con eso que se ha venido denominando la postverdad. La verdad ya no es tan importante como las emociones de uno. Y en eso los medios de comunicación desaparecen como referente a la hora de generar opinión. Menos aún con la competencia de las redes sociales, medio de expresión favorito del presidente Trump. No le hace falta ser simpático con los medios a los que acusa de publicar informaciones falsas. No hace falta que sea verdad que Obama le pinchó el teléfono en la campaña para que él lo suelte por Twitter. No hace falta que sea verdad para que una parte de su parroquia esté dispuesto a creérselo.
Y en medio de toda esta deformación aparece el Post, con su propietario multimillonario que no sabe nada de las cinco w’s ni la pirámide invertida a ejercer el periodismo de siempre, medio siglo después de Woodward, Bernstein y Bradlee.
*** Alejandro Requeijo es periodista de EL ESPAÑOL.