Ante la situación de acoso y amenazas veladas, de miedo a ser purgados por mantenerse fieles a la Constitución, muchos mossos d'Esquadra, un tercio según fuentes sindicales, quieren pasarse a la Policía Nacional. Asumiendo la pérdida de las condiciones privilegiadas que ostentan respecto a Guardia Civil y Policía Nacional. Una pérdida de 600 a 900 euros al mes. Así de mal se ven en Cataluña cuando están dispuestos a perder un tercio o más del sueldo.
Acceder a esos traslados, sería el error más grave del Gobierno del Estado, después de que en los primeros años ochenta, 14.000 maestros y profesores emprendieran el éxodo al resto de España presionados por la política lingüística de Jordi Pujol. Esos 14.000 docentes fieles a la Constitución y a la lengua común de todos los españoles, prefirieron cobrar menos, antes que renunciar a la libertad de enseñar en la lengua en que eran más competentes.
Por entonces, Jordi Pujol tenía claro que la escuela era la incubadora de las nuevas generaciones nacionalistas. Con la disculpa de la normalización del catalán, erradicaron el castellano de la enseñanza a través de la inmersión monolingüe. Con el control una escuela nacionalista en lengua y contenidos y sin el contrapeso de maestros neutrales o fieles a la Constitución, la cultura, la historia y las lenguas españolas, el adoctrinamiento identitario era cuestión de tiempo. El camino estaba expedito, 14.000 maestros habían dejado sus puestos para ser ocupados mayoritariamente por catalanistas y fanáticos de una escuela sólo en lengua catalana. Por entonces el esfuerzo estaba en preparar el camino, no a explicitarlo: Avui paciència, demá independència, era la consigna.
Los incrédulos, los que tanto hicieron para que la evidencia no se denunciara y neutralizara, ahora pueden comprobar su error, su inmenso error. Quizás demasiado tarde.
Hoy, el vacío que dejen los que huyan al cuerpo Nacional de Policía, lo ocupará la policía política
Con los Mossos d'Esquadra puede pasar lo mismo. Una minoría del cuerpo, eso sí, con mando en plaza, no le facilitan la vida, más bien se la amargan. Aquí, ahora, como en la escuela entonces, su supremacismo se palpa, se respira en las propias ganas de huir de estos mossos al resto de España, sin darse cuenta, que ya están en España.
Si se dejan vencer por el desaliento, si interiorizan, como lo interiorizaron los maestros en los ochenta, que esta tierra es de otros, que en realidad son extranjeros en su país, han perdido, hemos perdido. Porque como entonces, los maestros dejaron un hueco, inmediatamente ocupado por el nacionalismo. Hoy, el vacío que dejen los que huyan al cuerpo Nacional de Policía, lo ocupará la policía política, independentista, potencialmente enemigos de la Constitución. Con lo cual, a la vuelta de unos años, España, además de tener en contra generaciones adoctrinadas en la escuela y manipuladas en los medios, se encontrará de frente con un verdadero ejército de 17.000 mossos o más, armados hasta los dientes. Como pasó en Croacia: antes de declarar la independencia de Serbia, se pasó años acumulando en secreto armas largas y armamento militar que lo desplegó nada más rebelarse contra ella. Lo pudo hacer porque no había nadie que lo pudiera denunciar desde dentro. Si no se van, al menos, el ministerio del Interior, fiel a la Constitución, tendrá un baluarte donde mirarse y apoyarse.
Y una cuestión no menos hilarante, los maestros y profesores que pidieron el traslado al resto de España, taponaron durante años plazas docentes en toda España, mientras en Cataluña se creaban por el hueco dejado. Pasaría lo mismo con los Mozos desplazados. Durante años, el resto de provincias españolas no sacarían plazas por saturación de los policías llegados de Cataluña.
P.D. No es cuestión de mermar los derechos al traslado de los que están sufriendo, sino de advertir que, posiblemente, el mejor servicio que pueden hacer hoy a su patria por la cual juraron lealtad, es seguir en sus puestos y denunciar a los sediciosos.
*** Antonio Robles es portavoz de Centro Izquierda de España (dCIDE).