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The New York Times
LA DEMOCRACIA A EXAMEN

Un sueño de libertad, ahora una pesadilla

El sueño de Mandela de una libre, próspera y no racista se ha vuelto una pesadilla.

19 noviembre, 2017 03:06

Zuma, que recientemente sobrevivió a su cuarta moción de censura en el Parlamento, ha permitido el clientelismo político y ha explotado las instituciones sudafricanas en su propio beneficio y el de las élites gobernantes en su partido, el Congreso Nacional Africano [ANC, en sus siglas en inglés]. Ha echado a perder groseramente los recursos del país y ha participado en destacados escándalos de enfuchismo. Lo más triste de todo es que Zuma ha fomentado un profundo sentimiento de desilusión entre muchos jóvenes negros de la nación.

Sí, el nuevo orden de Mandela trajo prosperidad a la Sudáfrica post-apartheid, pero la distribución de los beneficios económicos se desvió a favor de la clase dirigente blanca y de la élite negra. Incluso hoy poco de esa prosperidad llega a la juventud negra, y muchos culpan a Mandela por haber legado lo que ellos ven como una superficial noción de libertad en vez de una democracia duradera con oportunidades para todos.

La desenfrenada corrupción de Zuma ha reforzado este desencanto. Por ejemplo, poco después de llegar a ser presidente, gastó 246 millones de rands (unos 23 millones de dólares de la época) de fondos estatales en renovar su residencia privada en el campo. En 2014, el Defensor del Pueblo de Sudáfrica ordenó a Zuma devolver una parte de ese dinero. Se resistió durante más de un año, a veces apelando a la mayoría del Congreso Nacional Africano en el Parlamento para que validara su resistencia. Finalmente, el Alto Tribunal sudafricano le instó a obedecer la orden del Defensor del Pueblo, pero la impunidad ha continuado.

Más recientemente -de acuerdo con artículos de los medios, correos electrónicos filtrados y hallazgos del Defensor del Pueblo- externalizó algunas tareas de la Administración a favor de una familia de expatriados de India que ha establecido negocios con su hijo, Duduzane Zuma, y se está beneficiando de contratos gubernamentales mientras ejerce influencia política en todos los sitios que puede.

Esta familia -los hermanos Ajay, Atul y Rajesh Gupta, y su sobrino Varun Gupta- influye incluso en los nombramientos ministeriales. En 2016 Mcebisi Jonas, entonces viceministro de Finanzas, denunció que había sido llamado a la mansión familiar Gupta y le habían ofrecido 600 millones de rands (unos 43 millones de dólares) si aceptaba el cargo de ministro. Según Jonas, los Gupta le dijeron que el presidente iba a relevar al titular de Finanzas, que supuestamente había bloqueado algunos contratos lucrativos para la familia, convirtiéndose en un obstáculo para su acceso al Tesoro Público.

Jonas tuvo la suficiente integridad para rechazar el ofrecimiento. Pero aun así Zuma sustituyó al ministro de finanzas por un oficial aprobado por los Gupta que, después de las protestas públicas, duró sólo un fin de semana.

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Mientras los Gupta y Duduzane Zuma amasan una incalculable riqueza en Sudáfrica y mientras las informaciones sobre sus ganancias excesivas dominan los titulares de la prensa, Zuma ha fracturado y debilitado la ANC.

El presidente sigue disfrutando todavía del apoyo de diversos sectores del electorado. Continúa siendo popular en las áreas rurales, particularmente entre el pueblo zulú, el grupo étnico más extenso en Sudáfrica. Le acogen como un hombre carismático, prudente, con cuatro esposas, que habla su lengua en los mítines políticos y hace bromas.

Otra fuente de poder de Zuma es el sistema electoral sudafricano, que no se basa en la circunscripción sino que es un sistema proporcional. Los votantes no eligen directamente a sus representantes, votan a los partidos. Los jefes de las formaciones políticas conforman las listas de candidatos y dictan cómo deben votar los integrantes de la legislatura. Todos ellos pasan por el aro porque ninguno quiere poner en riesgo su medio de vida.

Y luego está la asociación militar de veteranos Umkhonto We Sizwe, un heterogéneo ejército de fogosos seguidores de Zuma, con sus desentallados uniformes de camuflaje, que pretenden pasar por veteranos de la guerra de guerrillas del ANC contra el régimen del apartheid (aunque sus miembros, de apenas 20 años de edad, son demasiado jóvenes para haber luchado en una guerra que terminó hace 25 años). Recientemente Zuma trató de poner a este grupo en pie de guerra, dándoles instrucciones para que cerraran filas en torno a él y defendieran su atribulada "revolución" frente a aquellos que protestan en su contra.

No todo está perdido, sin embargo. A pesar del pervertido estado de Sudáfrica, la independencia del Poder Judicial ha sido una gracia salvadora y hay medios de comunicación fuertes que sacan a la luz regularmente la corrupción gubernamental. Además, el Congreso de los Sindicatos Sudafricanos, el Partido Comunista Sudafricano y algunas facciones dentro del ANC se han unido y han reclamado a Zuma que deje el cargo. Tenemos, pues, un cierto número de organizaciones civiles (algunas dirigidas por miembros del ANC) que han llevado a cabo manifestaciones masivas en ciudades importantes.

Además, los partidos de la oposición, antes débiles e inútiles, tienen una voz mucho más fuerte desde que se unieron en el Parlamento como Luchadores por la Libertad Económica, un partido más radical que ha ganado una enorme cantidad de seguidores entre los jóvenes negros desempleados.

A pesar de todo eso, es poco probable que Zuma renuncie al poder. Si renunciara, los grupos civiles y la oposición se encargarían de que se reactivaran las 783 acusaciones penales de corrupción y lavado de dinero que apuntaban a Zuma en 2009. Los cargos fueron retirados poco antes de su elección como presidente, pero el año pasado la Alta Corte sudafricana ordenó su readmisión. Sin embargo, la Fiscalía está retrasándolas. Es probable que se agreguen cargos adicionales relacionados con los Gupta.

Zuma está intentando también posicionar a su exesposa Nkosazana Dlamini-Zuma para que se haga cargo de la presidencia en 2019, cuando su segundo mandato termine, muy probablemente con la esperanza de que ella le conceda un indulto. Los partidos de la oposición están reclamando que Zuma renuncie ahora. Pero es poco probable que cualquier partido se asegure una mayoría absoluta en 2019; en cambio, los partidos de la oposición se unirán contra el ANC para formar coaliciones en algunas provincias. Ya lo han hecho en tres grandes áreas metropolitanas donde el ANC no logró la mayoría en las últimas elecciones locales.

Durante mucho tiempo, Zuma ha fomentado una cultura de arrogancia e impunidad entre la élite gobernante y durante mucho tiempo la decadencia ha continuado sin cesar. Sudáfrica debe cambiar de rumbo antes de que una democracia llena de problemas quede reducida a un gobierno de rufianes.

*** Zakes Mda es profesor emérito de inglés en la Universidad de Ohio y profesor extraordinario de inglés en la Universidad de Cabo Occidental. Su último líbro es 'Little Suns'.

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